Otra vez, Madre querida
Aquí tienes a tus hijos
Que no pueden olvidar
Tu fiesta más entrañable
De tradición secular.

Después de un año azaroso
De vaivenes y avatares
Que Dios quiera no se erijan
En precursores fatales,

Hemos arribado, al fin,
A este abrigo de esperanza,
A este remanso de paz,
Donde la negra tormenta
De este mundo turbulento
Maltrecha se estrellará.

Y en el calor de la cita
No podemos olvidar
Los favores que brotaron
De tu pecho Virginal.

Gracias a Ti, nuestros campos
Brindaron fecundidad;
Nuestros desvelos y afanes
Bendijiste hasta el final.

¡Aquí va la gratitud
De los hijos del lugar!
Ya ves que hoy no estamos solos
Los que solemos estar.

Unos son hijos del pueblo
Que hoy han vuelto a recordar
Estas viejas tradiciones
De fervorosa hermandad.

Otros son de cualquier parte
Que nos han venido a honrar
Y, a la vez, a honrarte a Ti,
Pregonando tu bondad.

Y yo, en nombre de todos,
Hoy me atrevo a suplicar:
¡No nos abandones Madre!
Mira que se extiende el mal,
Que la barquilla zozobra
A merced del vendaval.

Acrecienta nuestra fe;
Hazla fe de pedernal
Y cúbrenos cada hora
Con tu Manto maternal.

¡Bendice nuestros hogares!
Que reine en ellos la paz,
Y la lluvia a nuestros campos
Nunca le llegue a faltar.

Bendice a la juventud,
La niñez, la ancianidad;
Conduce nuestros destinos
por la senda de la paz.

Inspira a los gobernantes
Rectitud y probidad;
A nuestro querido párroco
Gran celo y vitalidad
Para guiar nuestras almas
Con su doctrina integral.

Bendice a estos tus danzantes,
A tus buenas Mayordomas,
A todos aquí presentes
Y a cuantos hoy nos añoran.

Otorga descanso y paz
A nuestros fieles difuntos
Y gocen contigo juntos
Por toda la eternidad.

Y ya, amados convecinos,
Al poner broche final,
Vamos a entrar a su templo
Y, allí, volverla a cantar.

¡Que todo el mundo te ensalce!
Aire, cielos, tierra y agua
Y que este pueblo lance un ¡¡Viva
La Virgen de Grijasalbas!