Pablo
Pastor Medina nació en Villafrades
de Campos (Valladolid) el 10 de octubre
de 1916.
Ingresó
en el Postulantado de Valmaseda (Vizcaya)
el 12 de septiembre de 1927.
Profesó
como Hermano Coadjutor, en Salvatierra (Álava),
el 24 de junio de 1934.
Murió
en Aranda de Duero el 4 de octubre de 1998.
1.-
PABLITO
Hijo
de Manuel Pastor y de Martina Medina Gordaliza.
Tuvo dos hermanos que murieron muy jóvenes,
y lo mismo su madre. Su padre contrajo segundas
nupcias con Benita. Fruto de este matrimonio
fueron: Maximiliano, Darío, Sara
y Trinidad. Pablo vivió mucho tiempo
con su abuela materna, la Sra. Petra, a
la que recordaba con mucho cariño.
Los PP. Pablo y Salvador Medina eran hermanos
de su abuela y de ellos conservaba el Hermano
muy buenos recuerdos. También era
primo del P. Pablo Gordaliza que estuvo
destinado en la Provincia de Chile.
En
sus conversaciones nos ha dejado muchas
florecillas de la infancia:
Una
vez, todos los chicos del pueblo se iban
riendo de un borracho. Cuando pasaron junto
a su casa, salió su padre, le llamó
y le dijo en tono severo: "Nunca te
burles de un desgraciado".
Otra
vez, oyó que a las gallinas había
que correrlas para que pusieran muchos huevos.
Ni corto ni perezoso se fue al corral y
formó tal alboroto en el gallinero
que tuvo que salir su madre y preguntarle
qué hacía. "Estoy corriendo
a las gallinas para que pongan muchos huevos".
Lo
que voy a contar ocurrió en la escuela.
El maestro enfadado les llegó a decir:
"Estáis todos entorreznaos".
Cuando, en ese preciso momento, aparece
el hijo del maestro que le dijo a su padre:
"Dice mamá que vaya a desayunar
que ya están preparados los torreznos".
En
el pueblo tenían un tío que
era manco y que les quería mucho.
Solían comer en su casa cuando les
apetecía y hasta ir a dormir. Tenía
muy buenos recuerdos de él y le admiraba
por su maña, a pesar de ser manco.
A
la que sí que mentaba con mucha frecuencia
era a su abuela, la madre de los PP. Pablo
y Salvador Medina, Claretianos. Esta buena
mujer no perdía la ocasión,
cuando iban al pueblo los hijos, para confesarse
con ellos. Y cuando una vecina comentó
algo al respecto dijo : "Ay, hija,
al fin todo queda en casa". Estaba
orgullosa de ellos. Una vez la propusieron
que, ya que tenía dos hijos frailes,
que por qué no pedía que saliera
uno de ellos para cuidarla. Ella respondió
que no iba a quitar a Dios lo que una vez
le había dado, que todo se arreglaría.
Tampoco
disimulaba el gran cariño y admiración
que sentía por sus dos tíos
frailes. A él le pusieron Pablo en
atención a su tío Pablo. Hablaba
de ellos como buenos predicadores, confesores,
y uno de ellos poeta. Guardaba alguna de
sus poesías a la Virgen de Grijasalbas,
la Patrona del pueblo. Con ellos se aconsejó
y fueron ellos los que le acompañaron
en los momentos solemnes de su vida. No
tenían un defecto muy común
entre los frailes, conocido muy bien por
todos los monaguillos; ellos sí que
procuraban ser generosos.
2.- POSTULANTE
Sus
tíos vieron que había varios
niños dentro de la familia y allí
echaron sus redes. Pablo siguió a
su hermano que, enfermo de tuberculosis,
volvería a casa y moriría
al poco tiempo.
El
año 1927 es a Valmaseda (Vizcaya)
a donde se dirige. Admira repasar su álbum
de fotos y ver aquella vestimenta que usaban
nuestro postulantitos. Una especie de bata-sotana
con una esclavinilla. Unas medias altas
y unas botas.
Sus
Superiores fueron los PP. Baltasar Uyarra
y Salvador Medina, su tío; sus Prefectos,
los PP. Surano Marín y Tomás
Martín; sus Auxiliares, los PP. Tomás
Guzmán, muchas veces recordado por
el Hermano, y el P. Rufino Aguirre; sus
Profesores, los PP. Enrique Pascual, Agustín
Lange y Prudencio García, del que
admiraba, entre otras cosas, su preciosa
voz.
A
aquellos estudios se les llamaba con el
nombre genérico de "Studia gymnasialia
minora". Está cuatro años
cursando los tres primeros del postulantado.
De
Valmaseda pasa a Segovia (1931) para seguir
los Studia gymnasialia maiora. Fue su Superior
el P. Prudencio Cancer; su Prefecto, el
P. Florencio Fernández; su Auxiliar,
el P. Demetrio Barriuso y sus Profesores,
los PP. Eutiquiano García, Demetrio
Barriuso, José Alonso de Ariño,
Adolfo Ortega y Ricardo Agustín.
Pero,
algo ocurre. No hay calificaciones de esta
época en la que comenzó a
estudiar cuarto. Los latines no le entran
muy bien y el listón del postulantado
es elevado. ¿Qué hacer? ¿Irse
a casa? Hablan con sus tíos que sondean
a Pablo. El está desanimado. Sus
tíos le animan a seguir en la Congregación,
siendo Hermano. Que lo acepte y que no piense
más en lo que había soñado
ser. También se puede ser Misionero
y santificarse como Hermano Coadjutor.
La
crisis es salvada satisfactoriamente. Y
le vemos en el Noviciado de Salvatierra
como Hermano Postulante en abril de 1932.
Asumió
plenamente el nuevo giro de su vida y posteriormente
bendijo aquella primera formación
del Postulantado. Comprobó que otros,
a quienes les había ocurrido lo mismo
que a él, habían sido unos
Hermanos Coadjutores excelentes. Eso le
reforzó en la idea, años más
tarde, de la importancia que tenía,
en orden a la mejor formación religiosa,
el que desde muy jóvenes se les educara
en el espíritu de la Congregación
y sus tradiciones.
3.- SALVATIERRA (1932-1950)
Nos
encontramos con tres períodos bien
diferenciados: su postulantado como hermano
y su noviciado, la guerra y los años
en los que estuvo destinado allí
ya profeso.
a)
Hermano Postulante y Novicio
Llegó
al Noviciado de Salvatierra (Álava)
en el año 1932. Permaneció
en el mismo un año como Hermano-Postulante.
Y el año 1933, el 1 de mayo, tomó
el santo hábito.
Tuvo
como Superior, al P. Gregorio M. de Antoñana;
como Maestro, al santo P. Toribio Pérez
y como Coadjutor, al P. Sisinio Olmo.
Se ha encontrado un escrito en el que el Hermano recuerda a su P. Maestro. Dice: "Como Maestro de Novicios era, lo primero, un padre cariñoso. A todos nos recibía y trataba con atención y cariño. Iba el primero con el ejemplo en la piedad, pues era muy fervoroso. Las conferencias las preparaba muy bien, sencillas y al alcance de todos. Nos explicaba las Santas Constituciones, la vida y costumbres de la Congregación, los trabajos que hacían los de la Congregación. Nos ponía al tanto de los peligros que podíamos tener en la vida. Lo que eran los votos y su alcance, (la) obediencia, castidad y pobreza. La piedad, el amor al trabajo. Nos animaba mucho al hablarnos y explicarnos lo que era la vocación religiosa, y sobre todo su ejemplo de recogimiento, piedad y vida íntima con Dios. Por eso todos le teníamos mucho amor y respeto"
El
día 15 de febrero firma su interrogatorio
y es curiosa una de las respuestas que da.
La copio íntegramente:
Pregunta
13: "¿Manifiesta V. afición
particular a otros, o, por el contrario,
antipatía a alguno?".
Respuesta:
"En interrogatorios anteriores debía
haber respondido a esto afirmativamente.
Pero ahora puedo afirmar claramente que
tengo una amistad y esta es a Jesús,
al P. Claret y sobre todo a nuestra dulce
Madre a quien amo con todo mi corazón".
También
quiero recoger íntegra la pregunta
y la respuesta del nº 3:
Pregunta:
"¿Tiene V. resolución
firme de perseverar en la Congregación
hasta la muerte, y deseo eficaz de profesar?
¿Qué motivos le mueven a ello?".
Respuesta:
"Sí Padre. Primero mi propia
salvación. La salvación de
las almas y el llegar al grado de perfección
que Dios quiere que llegue". Aquí
no sabe uno qué admirar más
si al discípulo o al Maestro.
Después
viene el informe que de él da el
P. Toribio. En pocas líneas hace
un buen retrato del Hermano. Termina el
informe diciendo: "Es devoto y piadoso,
de conducta ejemplar, amante de la vocación,
recibe bien los avisos, enmendándose
con ellos. Sabe el oficio de sastre".
El
día 24 de junio de 1934 emite sus
primeros votos en manos de su tío
el P. Pablo Medina.
b)
El paréntesis de la guerra
Para
él como para muchos otros fueron
momentos intensos en su vida. Por eso le
ponían malo algunos comentarios sobre
aquella época. Para él fueron
años muy duros. La mayor parte del
tiempo lo pasó movilizado en Vitoria.
Allí
estaba en servicios auxiliares. Aparte de
sus tareas en el cuartel, ayudaba al capellán.
Vivía en una pensión, donde
fue acogido como un hijo. El H. Pastor guardó
amistad con esta familia durante toda su
vida. Los ratos libres se dedicaba a cortar
para la misma Salvatierra y para otra sastrería
eclesiástica de Vitoria. Acabada
la guerra fue licenciado.
Recordaba
de este período a los alemanes, su
orden, su elegancia y su limpieza. El bombardeo
del Cinturón de Hierro. Escenas en
el cuartel. A un buen capitán que
los trataba con mucho respeto. El pobre
borracho. El que había visto a J.C.,
etc... Y una experiencia dolorosa antes
de licenciarse: un Padre de nuestra comunidad
de Burgos no le quiso admitir en la comunidad
y tuvo que hospedarse en una pensión.
Con
motivo de uno de los permisos que le concedieron
durante este período pudo ir a su
pueblo a visitar a los suyos. Salió
a esperarle su padre. Ya casi no se conocían
y lo mismo había que decir de sus
hermanos. Su padre quiso tenerlo tan junto
a sí que decidió que esos
días durmiera con él. En septiembre
de 1939 fue licenciado.
c)
De nuevo en Salvatierra
Y
volvió al convento. No fue fácil.
Recordaba el día que lo hizo y aquel
largo trayecto desde la estación
del tren hasta la casa. Era como quien sube
una cuesta empinada. La angustia le invadió.
No obstante, se prometió a sí
mismo comenzar al día siguiente como
si nada hubiera ocurrido. Y así lo
hizo.
Sin
embargo, no todo fue sencillo. Su espíritu
estaba sumido en una gran crisis. Por fin,
llegaron los ejercicios espirituales dirigidos
por el famoso P. Damián Janariz.
El Hermano decidió abrir su conciencia
totalmente a dicho padre. Este le escuchó,
luego, le oyó en confesión
y terminó diciéndole : "Hermano
Pablo, yo creo firmemente que Vd. debe seguir
su vocación. Olvídese de todo
lo anterior y mire hacia adelante".
Salió el H. Pablo tan animado y confortado
que ya nunca jamás en su vida puso
en duda su vocación religiosa.
Sastrería
Provincial
Tras
su profesión perpetua, a partir de
1940 pasa a formar parte con el H. Francisco
Herranz del equipo que llevaba la Sastrería
Provincial. Años más tarde
será el responsable del equipo, ayudado
por los Hermanos Antonio Fernández
Cuervo y Gerardo Santos.
La
Sastrería Provincial había
sido creada por el P. Mariano Usero el 23
de enero de 1935 a petición de los
PP. Superiores. Fue reorganizada por el
P. Cándido Bajo en 1936, dándosele
un Reglamento. Siguió pujante en
Salvatierra, hasta que muchos años
más tarde la trasladaron a Bilbao.
Sus
Superiores en estos años fueron los
PP. Gregorio Martínez de Antoñana,
Francisco Orue de Rementería, Florencio
Fernández, José Sojo, y Silvano
Íñiguez. Y sus Hermanos compañeros,
los HH. Francisco Herránz, Pío
Sanabria, Antonio Fernández, Gerardo
Santos, Valeriano Borrego, Luis Sáez,
Alejandro Bermúdez, Eduardo Mayor,
Germán Peña, Félix
Mariezcurrena, Antonio Campos y José
Campos.
Recordaba
el H. Pablo aquellos momentos de la posguerra
y el viaje del H. Herranz trayendo de Barcelona
géneros por valor, en aquel entonces,
de 60.000 ptas. La buena gestión
del H. Herranz, a quien el H. Pablo apreciaba
hondamente, hizo posible que fuera saliendo
adelante la Sastrería Provincial.
A continuación se transcribe lo que el H. Gerardo Santos nos ha dejado sobre aquellos años: "Mi conocimiento -del H. Pablo Pastor- data del año 1944 cuando, en el mes de marzo, llegaba del prepostulantado de Hermanos de Beire. Mi destino primero y único, nada más llegar, fue a la sastrería, en la cual él era el encargado de enseñarnos el oficio a los muchos que estábamos destinados (llegamos a ser 16 Hermanos). Era, como se diría, un buen profesor y con mucha paciencia e ingenio para estimularnos al trabajo bien hecho. Nos tenía divididos por secciones: principiantes, enseñanza de zurcir, coser a máquina, remendar, etc. y adelantados, confeccionar ropa interior nueva, hacer pantalones, remiendos más comprometidos... todo esto durante el Postulantado. Durante el Noviciado, aprender a hacer sotanas y toda clase de prendas talares. A parte de todo esto y durante dos años, postulantado y noviciado, los domingos teníamos clase de corte con deberes que él corregía y daba nota, dando premio, al final, al que mejor presentara los apuntes y los trabajos encomendados.
"Este
sistema de enseñanza lo siguió
practicando durante los dos años
que conviví con él de profeso,
desde el 48 al 50, hasta que con la división
de la provincia pasó a Aranda.
"El año 1948, al ser destinado el H. Francisco Herranz a Madrid, pasó el H. Pastor a ser encargado principal de la Sastrería Provincial, ayudado del H. Antonio Fernández, actualmente en Andacollo, Chile.
"Su
dedicación y entrega fue total y
su trato con todos fue exquisito, haciendo
lo posible por ser cumplidor con los compromisos
adquiridos, ya internos ya externos.
"En
aquellos años la comunidad profesa
era muy rica en su personal, tanto de Padres
como de Hermanos. Reinaba un espíritu
de fraternidad y espiritualidad muy fuerte.
No existía prácticamente la
división o separación vigente
en las demás casas. De ahí
la unidad de criterios en la manera de actuar
y de llevar a efecto los planes en los distintos
oficios o cargos."
Pero,
aparte del trabajo cotidiano y bien hecho
de unos excelentes profesionales, estaban
las otras cosas de cada día. Por
ejemplo, recordaba el H. Pablo, al magnífico
cocinero H. Sanabria y cómo de la
pobreza y de la carestía hacía
milagros para que sus hermanos estuviesen
tratados lo mejor posible; las bromas hechas
al bendito y cándido P. Prudencio
Cancer por los Hermanos Campos, haciéndose
una peluca con un rabo de vaca y dándole
un susto soberano el día de los Santos
Inocentes; el invento del P. José
Sojo y las obras que nos legó el
Hº Eduardo Mayor, actualmente en la
capilla del viejo noviciado.
En
fin, mil y una anécdotas de aquellos
años felices de postnoviciado.
Fiestas
Centenarias de la Congregación y
Canonización del P. Claret
Pero,
lo que no podemos pasar por alto, son aquellas
fechas de la celebración del Centenario
de la Congregación y las de la Canonización
de nuestro Padre. Todo el mundo quería
ir a Roma con motivo de tan fausto acontecimiento.
Las economías eran muy pobres, pero
el ingenio se agudiza con la dificultad.
"Gracias a esta unión, -y seguimos
citando al Hº Gerardo Santos- gran
parte de la comunidad pudo asistir a la
Canonización de N. S. P. Fundador".
Para
esas ocasiones estaban las rifas. Todo el
mundo se movilizó realizando alguna.
Los Hermanos de la Sastrería trabajaron
de los que más. Con los dinerillos
amasados pudieron pagar el viaje del Superior,
del Maestro y el suyo propio.
El H. Antonio Fernández, que era asturiano, a su paso por León, no tuvo otra ocurrencia que entrar en el Hostal de S. Marcos para vender rifa. Y allí estaba, nada más y nada menos, que el mismísimo Sr. Gobernador. El buen Hermano le ofreció ingenuamente a él y a otros que allí estaban unos números de la rifa. El Hermano no sospechaba el lío en que se había metido. El Sr. Gobernador se enfadó tanto que lo citó en el Gobierno civil para el día siguiente. Allí estaba puntual el Hermano, sin sospechar cuál sería el desenlace. Mientras esperaba, la secretaria le dijo que no tuviera miedo, que el Gobernador era una persona muy buena y que no le haría nada; que si quería venderla a ella alguna papeleta. Y pasando al despacho del Sr. Gobernador, éste le reprochó en un tono agridulce: "¿Cómo me hace esto, Hermano? ¿No sabe Vd. que he prohibido las rifas en la provincia y viene Vd. a venderme a mi unas papeletas y, por si esto fuera poco, se presenta ante mi en el Hostal de S. Marcos? ¡Por favor, no lo vuelva a hacer!".
Y
en estas llegó el viaje a Roma. Lo
contaba con mucha fruición. Había
sido algo inolvidable en su vida. Ellos
iban fuera de la peregrinación organizada
y tenían que valerse por sí
mismos. En Lourdes tuvieron problemas con
la lengua, que una joven residente, hija
de españoles les solucionó.
Pudieron comprar lo que quisieron y encontrar
lugar donde pernoctar.
Pero,
no sólo tuvieron este ángel
de la guarda. Más tarde en el tren
se les apareció otro en figura de
monja andariega, camino también de
Roma. Esta monja dominaba el francés
y otras lenguas y les fue arreglando todo
el papeleo al tener que tomar el billete
de tren y sobre todo al cruzar la frontera
italiana.
Ya
en Roma, todo fue vida y dulzura: la gran
ceremonia, la comida de hermandad, los discursos
de los claretianos, la conferencia de José
Mª Pemán con asistencia de la
esposa de Franco, la compra de los recuerdos.
Por cierto, aquí ocurrió un
pequeño incidente, su Superior no
les dio permiso ni dinero para comprarlos.
Fue el P. Provincial quien terció
y les dio el dinero y el permiso, en contra
del parecer del Superior. Y decía
Pablo: "Y encima que le habíamos
pagado nosotros el viaje..."
También
tuvo eco en Salvatierra este gran evento
claretiano. Se tuvo un solemne triduo en
la parroquia de S. Juan participando el
pueblo con gran entusiasmo.
Y
termina el H. Gerardo Santos: "En la
división de la provincia, en julio
de 1950, el P. Toribio se llevó a
los HH. Pío Sanabria y Pablo Pastor
para puestos que él quería
reforzar. Siempre lo encontré con
un espíritu animado, amante de la
Congregación y de su vocación
de Hermano, entregado y cumplidor en los
cargos encomendados.
Espero
que el Señor le haya premiado por
su fidelidad al don recibido y por lo mucho
que trabajó por los demás
y por las vocaciones de Hermanos durante
sus años de Prefecto en Aranda."
4.- ARANDA DE DUERO (1950-68)
Con
la división de la provincia en el
año 1950 el H. Pablo pasó
a la comunidad de Aranda de Duero.
El
marco arandino donde va a vivir el H. Pastor
va a sufrir una serie de cambios muy importantes.
Se convertirá en sede del Gobierno
Provincial durante los años de 1950-53,
siendo Provincial el P. Toribio Pérez.
Dejará de ser Colegio de 2ª
Enseñanza y se convertirá
en Postulantado (1950-1968). Comenzará
a funcionar el Prepostulantado de Hermanos
(1950-1961). Y, finalmente, por lo menos
durante un año, será Colegio
Filosofado (1952-53). Todo esto, sin dejar
de ser Colegio de Primaria.
Podremos
dividir esta etapa en varios apartados:
Su comunidad, Enfermero, Sastre, Portero
y calefactor, Encargado de los Postulantes
Hermanos, y Miembro de una Subcomisión
sobre Hermanos Coadjutores preparatoria
del Capítulo General de 1967.
Su
comunidad
Además
de los miembros del gobierno provincial:
M.R.P. Toribio Pérez y PP. Fidel
Martínez y Eutiquiano García,
tuvo como Superiores a los PP: Benigno Arroyo,
Matías Luengos, Ángel Corral,
Francisco Javier Leyún y Francisco
Bravo. Como Ministros, a los PP. Constantino
López, Mariano Alcalde, Cruz Ripa,
Isidro Sanabria y Teodomiro Díez.
En
este período fueron Prefectos de
Postulantes los PP. Venancio Sanabria, Severiano
Rodríguez, Isidro Sanabria, Eustaquio
Martín, Daniel Garrido, Ángel
del Molino, Santiago Barroso y Emilio Fernández.
Y Directores del Colegio de Primaria, los
PP. Julián Gil y Julián Canto.
Otros
miembros de la comunidad fueron los PP.
Alberto Barrios, Pedro Hernández,
José Andrés Mielgo, Luciano
Biaín, Siro Sanz y Miguel Romero.
De entre los Hermanos compañeros
de trabajo del H. Pablo tenemos a Nicolás
Martín, Eusebio Girón, Emilio
Ordóñez, Elías Lorenzo,
Pedro Zuloaga, Pedro de Blas, Benito Iglesias,
Santos Díaz, Pedro Muñoz,
Matías Prieto, Manuel Pampillón,
Santos Matellán, Florencio Blanco,
Pío Sanabria, Juan Muñoz,
Benjamín Archilla, Basilio García,
Mariano Martín, Basilio López
y Santiago Farrán.
Enfermo
y Enfermero
Una
de las tareas que llevó en Aranda
y que recordaba con frecuencia era la de
ser enfermero. Solía mentar al Doctor
D. Bernardo Costales, médico por
aquellos entonces de la comunidad. Le admiró
y le quiso. Su estampa de hombre tranquilo,
siempre con el puro en la boca, con un excelente
ojo clínico y su mucha experiencia,
lo tenía profundamente grabado en
su recuerdo. Era toda una institución
en Aranda. Muy popular, lo mismo recitaba
poesías que hacía autopsias,
veía los toros desde la barrera que
atendía a los heridos en la enfermería
de la plaza. A él acudían
payos y gitanos. Era amable, cordial, campechano
y nunca tenía prisa. Testigo, como
él decía, de un milagro, y
de un castigo de Dios.
Fue
providencial para el H. Pablo toparse con
D. Bernardo. Vino del Noviciado bastante
tocado del estómago, con un montón
de medicinas y casi sin poder probar bocado.
Lo primero que le hizo el médico
fue quitarle tanta medicina que le estaban
intoxicando y darle un consejo: "Vd.
debe comer todo lo que pueda y le siente
bien, de lo contrario se va". Así
lo hizo el Hermano y, poco a poco, aquel
estómago fue admitiendo la comida
y el Hermano restableciéndose. Es
cierto que sufrió durante toda su
vida de males de estómago, pero,
también es cierto que supo controlarlos.
Otro
de los males que padeció por aquellos
entonces fue una terrible ciática.
De todo ello salió. Después,
tenía mucho cuidado de los lumbagos
y solía usar ordinariamente alcohol
de romero.
Vistos
los buenos resultados de los consejos de
D. Bernardo, sus decisiones sobre los enfermos,
tanto niños como mayores, eran palabra
de Dios.
En
esos años pasaron muchas cosas en
el Colegio: gripes, tifus, apendicitis,
enfermos crónicos, moribundos, etc...
Todo se fue sorteando, guiado por la mano
experta del Doctor. A veces, había
que ir a Burgos a los especialistas. No
importaba, allí estaba el H. Pablo
a disposición del enfermo. De inolvidable
recuerdo era la clínica del Carmen
de la Médica Burgalesa a donde acudía.
Allí siempre eran bien tratados,
tanto los enfermos como el acompañante.
De
entre sus enfermos ilustres quiero recordar
a los PP. José Bosch, Anastasio Rojas,
Fernando García, Dimas Gómez,
Prudencio García, Julián Illera
y los Hermanos Nicolás Martín
y Domingo Vara. El Hermano Pablo nos deleitaba
contándonos anécdotas de su
tiempo de enfermero.
A
través de sus palabras conocimos
al P. Prudencio, su voz, su estancia en
París y la oferta que le hicieron
para cantar, pero él permaneció
fiel a su vocación, hasta su bendita
muerte; al P. Fernando y su carácter
fuerte e impulsivo, que intentó dominar,
pero, mu-chas veces le traicionaba (una
vez, llorando, le pidió perdón
al Hermano Pablo); al bendito Hermano Nicolás
como al P. Bosch, tradición viva
de la casa de Aranda de Duero, en la que
ambos habían vivido luengos años.
Se conserva algún libro de medicina que le regalaron los médicos.
Sastre
Durante estos años tuvo que encargarse de la Sastrería. No sólo había que atender a la numerosa comunidad de Padres y Hermanos, sino también atender a los ciento y pico postulantes. Cierto que no estaba solo sino que era ayudado por los Hermanos Postulantes. Los lunes era el día de la gran colada. Después, sobre todo en invierno, ¿cómo conseguir que se secara todo aquel montón de ropa, para luego comenzar la ardua tarea del zurcir, coser, planchar, doblar y preparar todas las mudas para el sábado? Y así, a la semana siguiente. Y eso, en verano y en invierno, cuando, muchas veces, se quedaba helada como una tabla. Todavía conservaba los últimos años una de las lavadoras, a la que tenía mucho cariño y decía que era mejor que las nuevas.
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Además
del lavado de ropa hacía sotanas,
dulletas, manteos, etc... No se contentó
con su larga práctica en la confección
de toda clase de ropa, sino que fue a Barcelona,
a una prestigiosa academia, para conseguir
un Diploma. Todavía lo podemos ver
colgado en la sastrería de la casa.
Dice así: "Academia de Corte
para Caballero ROCOSA. Diploma que ha merecido
D. PABLO PASTOR MEDINA con la calificación
de SOBRESALIENTE en los exámenes
celebrados el día 30 de septiembre
de 1960 en mi Academia de Corte teórico-práctico.
Barcelona, 30 de septiembre de 1960. Fdo:
Emilio Olomí."
Cuando
estaba el postulantado mayor, todos los
novicios eran vestidos por el H. Pablo.
Y no sólo hacía trabajos para
la Comunidad, sino que los curas de la redonda
solían hacerse sus prendas talares
en la Sastrería del convento de los
Misioneros.
Portero
y Calefactor
La
portería arandina era bastante frecuentada
por todo género de personas, máxime
siendo Colegio Postulantado y de Primera
Enseñanza. Allí estaba el
H. Pablo atendiendo a todos.
Se pone aquí lo de calefactor, porque, y no sé cómo, le cayó también esta tarea encima y él la llevó lo mejor que pudo y supo hasta su muerte.
Por
entonces se hicieron clásicos los
hornos que el bendito H. Anacleto Rodríguez
fue construyendo a lo largo y ancho de la
provincia. Eran, eso sí, muy sencillos
y muy económicos, pero pobre del
encargado de alimentarlos.
La
técnica de los mismos era simple.
Constaban de tres pisos. Se alimentaban
por la parte superior, separada de las otras
dos por sendas rejillas. Al ir quemándose
el carbón, iba descendiendo de una
a otra, hasta llegar a la última.
De esta manera el quemado era completo.
Solía usar carbón en polvo.
El horno calentaba una corriente de aire
que salía a la Iglesia o a los pasillos
de la casa por una bocas.
Hasta
aquí todo perfecto. Pero, también
daba sus problemas. ¿Cuáles?
Uno, cuando hacía mucho viento, entonces
dificultaba la corriente de aire, haciendo
el efecto contrario. Y dos, cuando había
que hacer el vaciado del horno inferior
y sacar las cenizas del sótano; cada
vez que había que hacer esta operación
salía uno hecho un verdadero carbonero;
se creaba una nube tal de hollín
que aquello era irrespirable.
Menos
mal que cuando cogió el trabajo el
H. Pablo se le ocurrió, o alguien
le sugirió, la conveniencia de usar
una mascarilla. Así lo hizo. Desde
ese día el trabajo era más
llevadero, aunque uno saliera completamente
"negro" y algo "quemado"
de la sala de la calefacción.
Formador
de Hermanos Coadjutores
En
1950 se abre en Aranda de Duero un Prepostulantado
para Hermanos. El encargado va a ser el
P. Eutiquiano García y sería
ayudado por el H. Pablo Pastor. De hecho,
será el Hermano quien lleve toda
la tarea de formación. Serían
once años muy intensos. No sólo
estaría al frente del Prepostulantado
sino también del postnoviciado.
Sobre
este tiempo nos cuenta el H. Justo Martos
lo siguiente: "Los Hermanos que pa-samos
por dicho postulantado fuimos 106. De los
cuales quedamos seis en la provincia, uno
en León, uno en Italia, uno en Perú
y dos en el cielo...
"El
Hermano Pablo fue nuestro formador directo
en todos los aspectos: espirituales, culturales
y manuales. A todos nos atendía con
afecto y cariño extraordinarios,
pendiente en todo momento de todo aquello
que nos ocurría. Siempre tenía
un buen consejo para solucionar aquello
que nos pasaba en aquellos momentos.
"Cada
vez que entraba un hermano postulante nuevo,
el H. Pastor tenía una buena costumbre:
el primer paseo que teníamos nos
presentaba ante la Virgen de las Viñas
y ante ella se oraba y se cantaba la Salve.
"En
el postulantado había una llave,
que el Hº Pablo entregaba al último
que entraba, con este cometido: rogar al
Señor que mandara pronto otra nueva
vocación...
"El
H. Pablo te enseñaba el oficio de
sastre a la máxima perfección.
Gozaba, hasta externamente, cuando terminaba
una prenda talar. Cuando tenía marcadas
estas en el mostrador, antes de cortarlas,
siempre se hacía la señal
de la cruz. Si alguien le preguntábamos
por qué lo hacía, nos decía:
«esto que voy a hacer es muy serio».
Comprendíamos la trascendencia y
valor que daba a no equivocarse.
"En
lo espiritual era celoso y amante de todo.
En nuestra capilla teníamos todos
los actos: misas, actos eucarísticos,
meditaciones, rosarios, oficio parvo de
la Virgen los domingos y, al final del día,
nuestros puntos de meditación...
"Siempre se le veía recogido y lleno de alegría por sus cantos y su buena voz...
"El
H. Pablo era de gran valía para todo
y para todos. Sus cualidades eran abundantes:
humano, tratable, hacendoso, muy limpio
y siempre elegante dentro de la sencillez.
"Todos los Hermanos que pasaron por sus manos, todos, guardan gratísimos recuerdos de él, tanto los que siguen en la Congregación como los que se salieron. Actualmente le recuerdan con afecto y gratitud.
"Nos
dio grandes muestras, de palabra y de obra,
de su estima y aprecio a la vocación
y su amor a la Congregación, que
luego, a lo largo de los años, hemos
podido constatar. Su vida fue sacrificada,
callada y sencilla."
Hasta
aquí la cita del H. Martos. ¿Qué
pensaba el H. Pablo Pastor de la figura
del Hermano Coadjutor?
El
H. Pablo tenía una idea clara de
lo que ha sido el Hermano Coadjutor en la
Congregación y de lo que debiera
ser en el futuro. Reconocía aquellas
vicisitudes por las que había pasado
la figura del Hermano en el período
anterior, aquella sensación de miembro
de segunda clase en el Instituto. Deseaba
que el Hermano fuera promovido a puestos
de mayor responsabilidad. Todo aquello en
lo que el Hermano estuviera preparado, que
lo lleve. Y si no estaba preparado, que
se le formara. Sabía que el tema
era delicado y no quería herir a
nadie, pero en algunas cosas no estaba de
acuerdo, tanto con unos como con otros.
No veía bien que el Sacerdote tuviera
que dedicarse a las funciones de servicio,
dejando el ministerio, habiendo Hermanos
que las pudieran llevar.
El
H. Pastor no tenía miedo al trabajo.
Aprendió en el santo noviciado que
la laboriosidad es una de las virtudes del
misionero. No le importaba si los demás
hacían o no hacían. Nunca
tuvo complejo de hacer lo que hacía.
Quería servir, servir al hermano.
A veces, estaba tan ocupado, que hasta en
los recreos y después de la cena
estaba haciendo algo. Mas bien que pedir
se le exonerara de algo, sentía que
se lo quitaran, pensando que aún
podía hacerlo. Así ocurrió
cuando le quitaron parte de la tarea de
la sastrería o de la limpieza de
la casa. Quería morir con las botas
puestas. Para él, el Hermano era
la madre en la Congregación. Citaba
a beneméritos hermanos que fueron
ejemplo de vida religiosa y misionera.
Miembro
de una comisión precapitular del
Capítulo General
Del
21 de marzo al 2 de abril de 1967 asiste
en Roma a la preparación del Capítulo
General. Se integra en la subcomisión
de los Hermanos Coadjutores. Pertenecen
a ella los PP. José Pugví,
José Mª Ciller, Demetrio Barriuso
y los HH. Pascual Hernando, Pablo Pastor
y Ramón Perramón. Prepararon
el documento que, sobre los Hermanos debatiría
el Capítulo General de 1967. El Hermano
Pablo conservaba entre sus papeles dicho
documento.
5.- COLMENAR VIEJO (1968-1970)
En
1968 el H. Pablo Pastor es destinado al
Seminario-Filosofado de Colmenar Viejo para
ayudar el Ecónomo de la comunidad
y hacerse cargo de la Sastrería.
Pasado poco más de un año,
le veremos de nuevo en Aranda de Duero.
Este destino a Colmenar es, por lo tanto,
un período de transición.
Los religiosos comienzan a vestir de seglar
y causan algunos problemas para el sastre.
También hay algo de picaresca estudiantil,
quienes hacen desaparecer ciertas prendas
que ya no les gusta usar o están
pasadas de moda.
Su
comunidad en Colmenar
Es
Superior de la comunidad, el P. Ángel
Sanz, y Ecónomo, el P. Antonio Vaquero,
al que le ayuda como Auxiliar el H. Pablo.
Eran Prefectos de estudiantes los PP. Asterio
Niño y Luis Gonzalo Mateo. Otros
miembros de la comunidad eran los PP. José
Mª Larrea, Manuel Mayo, Eloy Mata,
etc... Entre los Hermanos compañeros
suyos estaban los HH. Jesús Hernández,
Pablo Pérez, Paulino Aceña,
Manuel Rivas, Justo Martos, Victoriano Macho,
Ramón García, etc...
Capitular
del Capitulo Provincial de Castilla en 1968
Se transcribe el escrito del P. Luis Gutiérrez, entonces Superior Provincial de Castilla: "En conformidad con lo dispuesto en nuestros Decretos Capitulares (RG. 34. d y 35 ; HH. n. 16) sobre la asistencia de los Hermanos Coadjutores al Capítulo Provincial de asuntos, llamados por el Gobierno Provincial, ha sido Vd. designado, en consejo del día cuatro de diciembre, para asistir al capítulo de nuestra provincia en calidad de vocal del mismo y que se celebrará a partir del día 20 de este mes en nuestro Filosofado de Colmenar Viejo. Lo que pongo en su conocimiento a todos los efectos derivados de dicho nombramiento. Madrid 6 de diciembre de 1968." (Fdo: Luis Gutiérrez, Sup. Provincial. Francisco González Pro Secretario)
Y
así lo hizo. Formó parte de
la comisión de Hermanos integrada
por el H. Matías Prieto, como Presidente,
el H. Pablo Pastor, como Ponente, y el P.
Luis Vicente Martín, como Secretario.
El
día 23, a las cuatro de la tarde,
le toca a la Comisión de Hermanos
exponer su trabajo. Dice Información
de la Provincia de Castilla de enero 1969
en su página 11: "Comienza a
leer su ponencia el H. Pablo Pastor. Ponencia
bien ordenada y sentida. En ella se parte
del hecho lamentable de la escasez de nuestros
Hermanos Coadjutores, y se busca una integración
más plena de los mismos en la vida
y obras de la Congregación. Estudia
la formación de nuestros Hermanos
ya profesos, en lo religioso y en lo profesional,
y el modo de fomentar y seleccionar las
vocaciones para Hermanos. Queda bien dibujada
la figura del Hermano, bien formado, consciente
de su misión sobrenatural, convertido
en un verdadero cooperador de las obras
de la Congregación. En las conclusiones
se urge a los Superiores que se provea de
medios de formación a los actuales
Hermanos, que se cree un centro de formación
para los aspirantes, que la comisión
mixta actúe en todo lo referente
a estos asuntos y que se designe un Hermano
bien preparado, como procurador de vocaciones.
Grandes aplausos rubricaron la lectura de
esta bien estudiada ponencia, a la que no
se presentó corrección alguna,
aunque hubo 15 intervenciones sobre la misma,
a las que respondió con gran soltura
el Ponente".
Más
escueta es la reseña del libro de
Actas que dice así :"Octava
sesión capitular. (Día 23,
4 de la tarde). Reunidos en el aula los
47 Capitulares, después del rezo
del Padrenuestro, se dio lectura al Acta
de la sesión anterior, que quedó
aprobada. Seguidamente se concedió
la palabra al H. Pablo Pastor, Ponente de
la Comisión de HERMANOS, quien expuso
la Ponencia correspondiente. En el diálogo
establecido en torno a la misma intervinieron
los siguientes Capitulares: H. Prieto, M.R.P.
Vicepresidente, Rdmo. P. Presidente y los
PP. Severiano Rodríguez, Julio Vivas,
Eladio Tejedor, Luis Chasco, Juan Cruz Cereceda,
Alfonso Mateo, Luis Gonzalo Mateo, Cruz
Ripa y Mariano Martínez.
No
habiéndose presentado ningún
modo a la ponencia, ésta quedó
aprobada en su totalidad por votación
unánime a mano alzada."
"También
el P. Provincial merece nuestro agradecimiento
por la atención que ha tenido en
nombrar un Hermano más para que acudiese
al Capítulo. Ello ha sido una deferencia
para con nosotros que ha causado gratísima
impresión, y que agradecemos vivamente."
Al
poco tiempo, el entonces Superior Provincial
le propone volver a Aranda de Duero como
encargado de la Iglesia, entre otras cosas.
El Hermano Pablo accede gustoso.
6. ENFERMEDAD Y MUERTE
Aunque
la recta final ocurrió todo en un
mes, no obstante, se iba fraguando poco
a poco el desenlace. Aquel mal de estómago
que tuvo años atrás, estuvo
latente durante toda su vida. Sabía
él que por las noches no podía
cenar cosas fuertes, de lo contrario le
venían unos ardores que tenía
que paliar con pastillas como "digestinas"
o Almax. También tenía que
tener cuidado de los lumbagos y darse con
frecuencia alcohol de romero. Para los catarros
y gripes, él mismo se medicaba y
hasta se ponía inyecciones a sí
mismo. Aunque prácticamente no guardó
cama en todo el tiempo que yo le he conocido,
ni un solo día.
Hace
varios años comenzaron a aparecer
las goteras de la edad. Le vinieron mareos,
debidos a la mala circulación en
la cabeza. Para ello tenía que tomar
unas gotas que le favorecían el riego
sanguíneo. También le oí
que la próstata le hacía de
las suyas y tenía cierta dificultad
en orinar. No le dio mucha importancia.
Sí tomaba frecuentemente pastillas
para suavizar la garganta. Procuraba alimentos
que le hicieran más fácil
la digestión y de esa manera luchar
contra el estreñimiento.
Se
resistía a todo recorte de horario
de trabajo. Le parecía que todavía
podía, que todavía no era
viejo, aunque escuchaba todos los sábados
la emisión sobre tercera edad que
emite una emisora. Sufría cuando
veía que a él o a otros los
iban poco a poco separando de tareas que
creía poder hacer.
Los tres últimos años eran más frecuentes los olvidos. También veíamos que su columna se iba torciendo y escorando hacia la derecha. Muchas veces se daba cuenta e intentaba enderezarse, pero la naturaleza era más fuerte y cada vez se le notaba más. Los surcos de la edad cada vez estaban más marcados en su cara.
*
Ultimo viaje al pueblo
Al
fin llegó el temido y aún
no esperado desenlace. Fue a su pueblo como
todos los años a las fiestas de la
patrona de su pueblo, la Virgen de Grijasalbas.
Lo preparó con mucho esmero. Algo
presentía, porque me había
dicho a mi que le había prometido
al Sagrado Corazón que, si llegaba
al año siguiente, le haría
la novena en el pueblo con toda solemnidad.
Pero Dios tenía dispuesto otra cosa.
Ya
en el pueblo su organismo no funcionó
como debía, tuvo vómitos,
tuvo estreñimiento. No quiso alarmar
a la familia. Pasó unos días
con fiebre y tuvo que guardar cama. Cuando
volvió a casa, aquello no se había
arreglado. Siguió con los vómitos
y aparecía más decaído.
No hubo otra alternativa que avisar al médico
que aconsejó fuera ingresado y auscultado
lo mejor posible en el hospital.
*
En el hospital
Lo
que en un principio se creyó que
sería cosa de días, se complicó.
Mediante una endoscopia se pudo comprobar
que su estómago estaba muy mal. No
solamente tenía una úlcera
sino varias, que presentaban un cariz bastante
preocupante. Le hicieron unas bioxias para
saber y determinar si aquello era maligno.
Y mientras se hacían los análisis
se pensó en serio en intervenirle
quirúrgicamente. Pasaron varios días
hasta operarle. Abrieron y comprobaron que
la cosa estaba todavía peor de lo
que habían sospechado, que tenía
cáncer y que tenía una gran
metástasis por el organismo, desde
el estómago hasta el vientre y próstata.
No había remedio humano alguno. Trataron
de alargar un poco aquella vida herida de
muerte, pero todo fue inútil, aquel
estómago se negó rotundamente
a admitir ningún alimento. Para colmo
de males, el penúltimo día
tuvo un encharcamiento de pulmones y una
subida muy grande de fiebre. Aquello pronosticaba
el final inminenete. No obstante el H. Pastor
nunca perdió el conocimiento y siempre
estuvo lúcido. Se iba dando cuenta
que aquello no tenía remedio y así
lo decía: "Los médicos
han hecho todo lo que estaba de su parte,
esto se acaba". Antes de operarse se
había reconciliado con el que era
su confesor ordinario y, días después,
hacía esta confidencia: "Me
he puesto en manos de Dios, yo ya he limpiado
el alma, que los doctores limpien el cuerpo.
Ya le he dicho Dios que se haga su voluntad".
Uno
de esos días, ante el cariz que tomaba
la enfermedad se le administró la
Unción de los Enfermos.
Dos
horas más tarde, estando en su compañía
el Superior de la comunidad, el P. José
María Lillo, el H. Pablo Pastor entregó
su alma a Dios. Eran las cinco y media de
la tarde del domingo 4 de octubre.
Durante la enfermedad fue atendido en el Hospital de Aranda de Duero, acompañado en todo tiempo por miembros de la Comunidad y familiares suyos que ayudaron en los turnos. Tampoco faltaron los hermanos y sobrinos del pueblo, que lo visitaron, por lo menos, dos veces. Descanse en paz.
*
Funeral
Al día siguiente fue el funeral. Nunca se ha visto la iglesia tan repleta de gente. La gente quiso expresarle con aquella emotiva despedida su aprecio y su cariño hacia él. Tampoco he visto un presbiterio tan lleno. El cronista de la casa dice que fuimos 55 los celebrantes. En medio de la iglesia, junto al presbiterio, estaban sus restos mortales, adornados con una preciosa corona. Sobre el féretro, alguien puso la sobrepelliz que solía usar en el ejercicio de los Ministerios. Durante el funeral me acordé de aquellas palabras de la Virgen: "Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes..."
*
Adiós
Adiós, H. Pablo, adiós. Has dejado un hueco muy grande en la casa, difícil de llenar. Está vacío tu puesto en la capilla, en primera fila, tu puesto en el comedor, tu puesto en la tele, en la sastrería, en la iglesia. Ya no oímos tus historias, ya no nos despiertan tus máquinas de lavar los lunes por la mañana, ya no se escucha el rezo diario del Rosario de tus labios, ya no traes las cartas y haces los encargos, ya... Adiós, hermano de comunidad. Adiós hermano que compartiste el mismo ideal religioso que nosotros y fuiste cooperador en el ministerio. Adiós, siervo bueno, fiel y prudente, entra en el gozo de tu Señor.
7. CÓMO ERA EL H. PABLO
Para
poder llevar a cabo todas las tareas que
hacía, tenía que ser, por
necesidad, una persona organizada, metódica,
trabajadora. Le gustaban las cosas limpias,
bonitas, perfectas, y luego recibir una
palabra de elogio y parabién.
Era
feliz entre los suyos, tener a todos contentos
y felices. Era detallista. Recibía
y daba regalos que guardaba con cariño.
Conocía a todos sus sobrinos y resobrinos
y hablaba con ellos y de ellos, conservando
las fotos de sus bodas, primeras comuniones,
bautizos, etc. Seguía, preocupado,
las enfermedades de los suyos, especialmente
los últimos años, charlando
con ellos por teléfono larga y frecuentemente.
Su
pueblo, Villafrades de Campos, era especial.
El campo, el paisaje, la fiesta, la procesión.
Todo era particularmente entrañable
para él. Era distinto, diferente,
único. Su Virgen querida de Grijasalbas,
su Salve, los bailarines, las peñas,
la sana alegría del pueblo, el fervor
y la devoción. No podía faltar
a la cita todos los años. Dirigía
la Novena, predicaba, ayudaba al sacerdote,
se deshacía en procurar que todo
saliera a la perfección.
Era
cordial, comunicativo, atento, llevaba en
una libreta los teléfonos de todos.
Rendía meticulosamente cuentas de
la iglesia y daba razón de ellas
al ecónomo todos los meses. Era decido,
emprendedor. El contacto con los demás
le había vuelto prudente, bastante
buen conocedor de las personas.
Su
otra familia era la religiosa. El comportamiento
era parecido. Atento con todos. Servicial
con todos. Detallista con todos. Era de
los que si sabía que preferías
tal cosa te la ponía o te la buscaba
o te la guardaba. Los domingos y fiestas
solía poner unos floreros adornando
la mesa del comedor.
La
gente con la que se relacionaba en la calle,
en la portería y en la sacristía
era tratada con la máxima delicadeza
y hasta diplomacia, lo que no quiere decir
que cuando tenía que ponerse en su
sitio no lo hiciera, sin ningún miedo
a decirle a la persona interesada todo lo
que creía debía decirle.
Le
gustaban las flores, los pájaros,
la música, la limpieza, el orden,
la estética, la perfección.
No le gustaba que en los momentos más
comprometidos vinieran a distraerlo con
impertinencias.
Su
habitación estaba decorada con todos
sus recuerdos. Además tenía
macetas, una estantería con las medicinas,
etc... En su porte era siempre elegante,
fino, pulcro sin exageraciones. Tapaba su
calva de una manera un tanto peculiar.
Era
personal e independiente en sus criterios,
forjados durante años. Vivía
de lo aprendido en el noviciado y lo visto
en religiosos serios y observantes. Ante
los cambios habidos en la Iglesia y en la
Congregación él guardó
una postura tradicional sin ser beligerante.
Tenía pocas ideas pero muy claras
de lo que debía hacer. Ha sido fiel
a sus primeros principios. Había
observado el vaivén de los acontecimientos
y la fluctuación habida durante estos
últimos años en muchas conductas.
Sistemas, métodos y puntos de vista
han ido pasando en un constante devenir.
Los valores nuevos han arrumbado gustos,
sistemas y formas anteriores. Ello le ha
reforzado más en sus criterios y
formas.
Era
devoto con las devociones que recibió.
Su piedad se desarrollaba en la iglesia.
Era miembro activo de y en la piedad popular.
Algunos ratos los pasaba en la capilla haciendo
sus devociones que no eran otras que rezar
las preces antiguas. Estas, procuraba rezarlas,
si estaba solo, en alto.
Algo
que vivió con gran intensidad y fuerza
es el amor a la Congregación, el
amor a la vocación. No importaban
las cosas ocurridas o con las que no estaba
de acuerdo. El Corazón de María,
el P. Fundador, la fiesta de la Fundación
de la Congregación en el Carmen,
los Beatos Mártires eran algo para
él entrañable.
No
le gustaba viajar, no le gustaba el cotilleo
y el chismorreo con los huéspedes,
tan frecuente entre algunos religiosos.
Los superiores eran para él la última
palabra, le gustara o no.
Así
era el H. Pablo Pastor Medina. Con una recia
personalidad religiosa, y a ella fue fiel
hasta el final. Descanse en paz.
8. ALGUNOS TESTIMONIOS
"Le
mando estas líneas, que espero resulten
muy aleccionadoras para los lectores, principalmente
para ese grupo en declive, de Religiosos
Hermanos, en tiempos que viste muy poco
en consagrados a Dios.
Creo
que Vd. habrá vivido la grandeza
de un alma que tenía esta manera
de vida como vocación personal -sin
querer cambiarla por la de Padre-. Yo no
dudaría en hacerle Sacerdote. Para
mí fue un modelo de lo que tienen
que hacer los laicos actualmente en la Iglesia
Postconciliar".
Teódulo
Caudrillero, Párroco de Villafrades
de Campos (Valladolid)
"Quiero
sumarme a vuestra pérdida comunitaria,
pérdida que a todos nos afecta, a
mí de un modo particular por haber
compartido con él seis años
inolvidables".
Vicente
Sanz Tobes, cmf. Provincial de Castilla
"Me
acaban de entregar la comunicación
del fallecimiento del H. Pablo Pastor y
me apresuro a expresaros mi más sentida
condolencia. Que el Señor y el Corazón
de María premien a su siervo bueno
y fiel, al piadoso y celoso Misionero Hermano
que fue siempre Pablo.
Tan
amante como fue de su vocación de
Misioneros Hijo del Corazón de María
y tan devoto como fue de nuestra Santísima
Madre, seguramente que Ella le habrá
presentado al eterno Padre para que le premie
con la paz que disfrutan los que han vivido
desde la fe, la esperanza y la caridad.
Me
uno a la celebración de la Eucaristía
en la que daréis gracias por su vida
y trabajo misionero, por su amor a la Congregación,
por su interés por las vocaciones
y por la solicitud en acompañarlas
en su formación. Uno mis sentimientos
de dolor y de esperanza con cuantos apreciábamos
al H. Pablo por su infatigable entrega a
cualquiera que lo necesitase. Su memoria
quedará entre cuantos le conocimos
como un estímulo para ser un poco
mejores. Sólo nos queda pedir al
Señor que envíe a la Congregación
muchos Misioneros Hermanos como el H. Pablo".
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