Pablo Pastor Medina nació en Villafrades de Campos (Valladolid) el 10 de octubre de 1916.

Ingresó en el Postulantado de Valmaseda (Vizcaya) el 12 de septiembre de 1927.

Profesó como Hermano Coadjutor, en Salvatierra (Álava), el 24 de junio de 1934.

Murió en Aranda de Duero el 4 de octubre de 1998.

1.- PABLITO

Hijo de Manuel Pastor y de Martina Medina Gordaliza. Tuvo dos hermanos que murieron muy jóvenes, y lo mismo su madre. Su padre contrajo segundas nupcias con Benita. Fruto de este matrimonio fueron: Maximiliano, Darío, Sara y Trinidad. Pablo vivió mucho tiempo con su abuela materna, la Sra. Petra, a la que recordaba con mucho cariño. Los PP. Pablo y Salvador Medina eran hermanos de su abuela y de ellos conservaba el Hermano muy buenos recuerdos. También era primo del P. Pablo Gordaliza que estuvo destinado en la Provincia de Chile.

En sus conversaciones nos ha dejado muchas florecillas de la infancia:

Una vez, todos los chicos del pueblo se iban riendo de un borracho. Cuando pasaron junto a su casa, salió su padre, le llamó y le dijo en tono severo: "Nunca te burles de un desgraciado".

Otra vez, oyó que a las gallinas había que correrlas para que pusieran muchos huevos. Ni corto ni perezoso se fue al corral y formó tal alboroto en el gallinero que tuvo que salir su madre y preguntarle qué hacía. "Estoy corriendo a las gallinas para que pongan muchos huevos".

Lo que voy a contar ocurrió en la escuela. El maestro enfadado les llegó a decir: "Estáis todos entorreznaos". Cuando, en ese preciso momento, aparece el hijo del maestro que le dijo a su padre: "Dice mamá que vaya a desayunar que ya están preparados los torreznos".

En el pueblo tenían un tío que era manco y que les quería mucho. Solían comer en su casa cuando les apetecía y hasta ir a dormir. Tenía muy buenos recuerdos de él y le admiraba por su maña, a pesar de ser manco.

A la que sí que mentaba con mucha frecuencia era a su abuela, la madre de los PP. Pablo y Salvador Medina, Claretianos. Esta buena mujer no perdía la ocasión, cuando iban al pueblo los hijos, para confesarse con ellos. Y cuando una vecina comentó algo al respecto dijo : "Ay, hija, al fin todo queda en casa". Estaba orgullosa de ellos. Una vez la propusieron que, ya que tenía dos hijos frailes, que por qué no pedía que saliera uno de ellos para cuidarla. Ella respondió que no iba a quitar a Dios lo que una vez le había dado, que todo se arreglaría.

Tampoco disimulaba el gran cariño y admiración que sentía por sus dos tíos frailes. A él le pusieron Pablo en atención a su tío Pablo. Hablaba de ellos como buenos predicadores, confesores, y uno de ellos poeta. Guardaba alguna de sus poesías a la Virgen de Grijasalbas, la Patrona del pueblo. Con ellos se aconsejó y fueron ellos los que le acompañaron en los momentos solemnes de su vida. No tenían un defecto muy común entre los frailes, conocido muy bien por todos los monaguillos; ellos sí que procuraban ser generosos.

2.- POSTULANTE

Sus tíos vieron que había varios niños dentro de la familia y allí echaron sus redes. Pablo siguió a su hermano que, enfermo de tuberculosis, volvería a casa y moriría al poco tiempo.

El año 1927 es a Valmaseda (Vizcaya) a donde se dirige. Admira repasar su álbum de fotos y ver aquella vestimenta que usaban nuestro postulantitos. Una especie de bata-sotana con una esclavinilla. Unas medias altas y unas botas.

Sus Superiores fueron los PP. Baltasar Uyarra y Salvador Medina, su tío; sus Prefectos, los PP. Surano Marín y Tomás Martín; sus Auxiliares, los PP. Tomás Guzmán, muchas veces recordado por el Hermano, y el P. Rufino Aguirre; sus Profesores, los PP. Enrique Pascual, Agustín Lange y Prudencio García, del que admiraba, entre otras cosas, su preciosa voz.

A aquellos estudios se les llamaba con el nombre genérico de "Studia gymnasialia minora". Está cuatro años cursando los tres primeros del postulantado.

De Valmaseda pasa a Segovia (1931) para seguir los Studia gymnasialia maiora. Fue su Superior el P. Prudencio Cancer; su Prefecto, el P. Florencio Fernández; su Auxiliar, el P. Demetrio Barriuso y sus Profesores, los PP. Eutiquiano García, Demetrio Barriuso, José Alonso de Ariño, Adolfo Ortega y Ricardo Agustín.

Pero, algo ocurre. No hay calificaciones de esta época en la que comenzó a estudiar cuarto. Los latines no le entran muy bien y el listón del postulantado es elevado. ¿Qué hacer? ¿Irse a casa? Hablan con sus tíos que sondean a Pablo. El está desanimado. Sus tíos le animan a seguir en la Congregación, siendo Hermano. Que lo acepte y que no piense más en lo que había soñado ser. También se puede ser Misionero y santificarse como Hermano Coadjutor.

La crisis es salvada satisfactoriamente. Y le vemos en el Noviciado de Salvatierra como Hermano Postulante en abril de 1932.

Asumió plenamente el nuevo giro de su vida y posteriormente bendijo aquella primera formación del Postulantado. Comprobó que otros, a quienes les había ocurrido lo mismo que a él, habían sido unos Hermanos Coadjutores excelentes. Eso le reforzó en la idea, años más tarde, de la importancia que tenía, en orden a la mejor formación religiosa, el que desde muy jóvenes se les educara en el espíritu de la Congregación y sus tradiciones.

3.- SALVATIERRA (1932-1950)

Nos encontramos con tres períodos bien diferenciados: su postulantado como hermano y su noviciado, la guerra y los años en los que estuvo destinado allí ya profeso.

a) Hermano Postulante y Novicio

Llegó al Noviciado de Salvatierra (Álava) en el año 1932. Permaneció en el mismo un año como Hermano-Postulante. Y el año 1933, el 1 de mayo, tomó el santo hábito.

Tuvo como Superior, al P. Gregorio M. de Antoñana; como Maestro, al santo P. Toribio Pérez y como Coadjutor, al P. Sisinio Olmo.

Se ha encontrado un escrito en el que el Hermano recuerda a su P. Maestro. Dice: "Como Maestro de Novicios era, lo primero, un padre cariñoso. A todos nos recibía y trataba con atención y cariño. Iba el primero con el ejemplo en la piedad, pues era muy fervoroso. Las conferencias las preparaba muy bien, sencillas y al alcance de todos. Nos explicaba las Santas Constituciones, la vida y costumbres de la Congregación, los trabajos que hacían los de la Congregación. Nos ponía al tanto de los peligros que podíamos tener en la vida. Lo que eran los votos y su alcance, (la) obediencia, castidad y pobreza. La piedad, el amor al trabajo. Nos animaba mucho al hablarnos y explicarnos lo que era la vocación religiosa, y sobre todo su ejemplo de recogimiento, piedad y vida íntima con Dios. Por eso todos le teníamos mucho amor y respeto"

El día 15 de febrero firma su interrogatorio y es curiosa una de las respuestas que da. La copio íntegramente:

Pregunta 13: "¿Manifiesta V. afición particular a otros, o, por el contrario, antipatía a alguno?".

Respuesta: "En interrogatorios anteriores debía haber respondido a esto afirmativamente. Pero ahora puedo afirmar claramente que tengo una amistad y esta es a Jesús, al P. Claret y sobre todo a nuestra dulce Madre a quien amo con todo mi corazón".

También quiero recoger íntegra la pregunta y la respuesta del nº 3:

Pregunta: "¿Tiene V. resolución firme de perseverar en la Congregación hasta la muerte, y deseo eficaz de profesar? ¿Qué motivos le mueven a ello?".

Respuesta: "Sí Padre. Primero mi propia salvación. La salvación de las almas y el llegar al grado de perfección que Dios quiere que llegue". Aquí no sabe uno qué admirar más si al discípulo o al Maestro.

Después viene el informe que de él da el P. Toribio. En pocas líneas hace un buen retrato del Hermano. Termina el informe diciendo: "Es devoto y piadoso, de conducta ejemplar, amante de la vocación, recibe bien los avisos, enmendándose con ellos. Sabe el oficio de sastre".

El día 24 de junio de 1934 emite sus primeros votos en manos de su tío el P. Pablo Medina.

b) El paréntesis de la guerra

Para él como para muchos otros fueron momentos intensos en su vida. Por eso le ponían malo algunos comentarios sobre aquella época. Para él fueron años muy duros. La mayor parte del tiempo lo pasó movilizado en Vitoria.

Allí estaba en servicios auxiliares. Aparte de sus tareas en el cuartel, ayudaba al capellán. Vivía en una pensión, donde fue acogido como un hijo. El H. Pastor guardó amistad con esta familia durante toda su vida. Los ratos libres se dedicaba a cortar para la misma Salvatierra y para otra sastrería eclesiástica de Vitoria. Acabada la guerra fue licenciado.

Recordaba de este período a los alemanes, su orden, su elegancia y su limpieza. El bombardeo del Cinturón de Hierro. Escenas en el cuartel. A un buen capitán que los trataba con mucho respeto. El pobre borracho. El que había visto a J.C., etc... Y una experiencia dolorosa antes de licenciarse: un Padre de nuestra comunidad de Burgos no le quiso admitir en la comunidad y tuvo que hospedarse en una pensión.

Con motivo de uno de los permisos que le concedieron durante este período pudo ir a su pueblo a visitar a los suyos. Salió a esperarle su padre. Ya casi no se conocían y lo mismo había que decir de sus hermanos. Su padre quiso tenerlo tan junto a sí que decidió que esos días durmiera con él. En septiembre de 1939 fue licenciado.

c) De nuevo en Salvatierra

Y volvió al convento. No fue fácil. Recordaba el día que lo hizo y aquel largo trayecto desde la estación del tren hasta la casa. Era como quien sube una cuesta empinada. La angustia le invadió. No obstante, se prometió a sí mismo comenzar al día siguiente como si nada hubiera ocurrido. Y así lo hizo.

Sin embargo, no todo fue sencillo. Su espíritu estaba sumido en una gran crisis. Por fin, llegaron los ejercicios espirituales dirigidos por el famoso P. Damián Janariz. El Hermano decidió abrir su conciencia totalmente a dicho padre. Este le escuchó, luego, le oyó en confesión y terminó diciéndole : "Hermano Pablo, yo creo firmemente que Vd. debe seguir su vocación. Olvídese de todo lo anterior y mire hacia adelante". Salió el H. Pablo tan animado y confortado que ya nunca jamás en su vida puso en duda su vocación religiosa.

Sastrería Provincial

Tras su profesión perpetua, a partir de 1940 pasa a formar parte con el H. Francisco Herranz del equipo que llevaba la Sastrería Provincial. Años más tarde será el responsable del equipo, ayudado por los Hermanos Antonio Fernández Cuervo y Gerardo Santos.

La Sastrería Provincial había sido creada por el P. Mariano Usero el 23 de enero de 1935 a petición de los PP. Superiores. Fue reorganizada por el P. Cándido Bajo en 1936, dándosele un Reglamento. Siguió pujante en Salvatierra, hasta que muchos años más tarde la trasladaron a Bilbao.

Sus Superiores en estos años fueron los PP. Gregorio Martínez de Antoñana, Francisco Orue de Rementería, Florencio Fernández, José Sojo, y Silvano Íñiguez. Y sus Hermanos compañeros, los HH. Francisco Herránz, Pío Sanabria, Antonio Fernández, Gerardo Santos, Valeriano Borrego, Luis Sáez, Alejandro Bermúdez, Eduardo Mayor, Germán Peña, Félix Mariezcurrena, Antonio Campos y José Campos.

Recordaba el H. Pablo aquellos momentos de la posguerra y el viaje del H. Herranz trayendo de Barcelona géneros por valor, en aquel entonces, de 60.000 ptas. La buena gestión del H. Herranz, a quien el H. Pablo apreciaba hondamente, hizo posible que fuera saliendo adelante la Sastrería Provincial.

A continuación se transcribe lo que el H. Gerardo Santos nos ha dejado sobre aquellos años: "Mi conocimiento -del H. Pablo Pastor- data del año 1944 cuando, en el mes de marzo, llegaba del prepostulantado de Hermanos de Beire. Mi destino primero y único, nada más llegar, fue a la sastrería, en la cual él era el encargado de enseñarnos el oficio a los muchos que estábamos destinados (llegamos a ser 16 Hermanos). Era, como se diría, un buen profesor y con mucha paciencia e ingenio para estimularnos al trabajo bien hecho. Nos tenía divididos por secciones: principiantes, enseñanza de zurcir, coser a máquina, remendar, etc. y adelantados, confeccionar ropa interior nueva, hacer pantalones, remiendos más comprometidos... todo esto durante el Postulantado. Durante el Noviciado, aprender a hacer sotanas y toda clase de prendas talares. A parte de todo esto y durante dos años, postulantado y noviciado, los domingos teníamos clase de corte con deberes que él corregía y daba nota, dando premio, al final, al que mejor presentara los apuntes y los trabajos encomendados.

"Este sistema de enseñanza lo siguió practicando durante los dos años que conviví con él de profeso, desde el 48 al 50, hasta que con la división de la provincia pasó a Aranda.

"El año 1948, al ser destinado el H. Francisco Herranz a Madrid, pasó el H. Pastor a ser encargado principal de la Sastrería Provincial, ayudado del H. Antonio Fernández, actualmente en Andacollo, Chile.

"Su dedicación y entrega fue total y su trato con todos fue exquisito, haciendo lo posible por ser cumplidor con los compromisos adquiridos, ya internos ya externos.

"En aquellos años la comunidad profesa era muy rica en su personal, tanto de Padres como de Hermanos. Reinaba un espíritu de fraternidad y espiritualidad muy fuerte. No existía prácticamente la división o separación vigente en las demás casas. De ahí la unidad de criterios en la manera de actuar y de llevar a efecto los planes en los distintos oficios o cargos."

Pero, aparte del trabajo cotidiano y bien hecho de unos excelentes profesionales, estaban las otras cosas de cada día. Por ejemplo, recordaba el H. Pablo, al magnífico cocinero H. Sanabria y cómo de la pobreza y de la carestía hacía milagros para que sus hermanos estuviesen tratados lo mejor posible; las bromas hechas al bendito y cándido P. Prudencio Cancer por los Hermanos Campos, haciéndose una peluca con un rabo de vaca y dándole un susto soberano el día de los Santos Inocentes; el invento del P. José Sojo y las obras que nos legó el Hº Eduardo Mayor, actualmente en la capilla del viejo noviciado.

En fin, mil y una anécdotas de aquellos años felices de postnoviciado.

Fiestas Centenarias de la Congregación y Canonización del P. Claret

Pero, lo que no podemos pasar por alto, son aquellas fechas de la celebración del Centenario de la Congregación y las de la Canonización de nuestro Padre. Todo el mundo quería ir a Roma con motivo de tan fausto acontecimiento. Las economías eran muy pobres, pero el ingenio se agudiza con la dificultad. "Gracias a esta unión, -y seguimos citando al Hº Gerardo Santos- gran parte de la comunidad pudo asistir a la Canonización de N. S. P. Fundador".

Para esas ocasiones estaban las rifas. Todo el mundo se movilizó realizando alguna. Los Hermanos de la Sastrería trabajaron de los que más. Con los dinerillos amasados pudieron pagar el viaje del Superior, del Maestro y el suyo propio.

El H. Antonio Fernández, que era asturiano, a su paso por León, no tuvo otra ocurrencia que entrar en el Hostal de S. Marcos para vender rifa. Y allí estaba, nada más y nada menos, que el mismísimo Sr. Gobernador. El buen Hermano le ofreció ingenuamente a él y a otros que allí estaban unos números de la rifa. El Hermano no sospechaba el lío en que se había metido. El Sr. Gobernador se enfadó tanto que lo citó en el Gobierno civil para el día siguiente. Allí estaba puntual el Hermano, sin sospechar cuál sería el desenlace. Mientras esperaba, la secretaria le dijo que no tuviera miedo, que el Gobernador era una persona muy buena y que no le haría nada; que si quería venderla a ella alguna papeleta. Y pasando al despacho del Sr. Gobernador, éste le reprochó en un tono agridulce: "¿Cómo me hace esto, Hermano? ¿No sabe Vd. que he prohibido las rifas en la provincia y viene Vd. a venderme a mi unas papeletas y, por si esto fuera poco, se presenta ante mi en el Hostal de S. Marcos? ¡Por favor, no lo vuelva a hacer!".

Y en estas llegó el viaje a Roma. Lo contaba con mucha fruición. Había sido algo inolvidable en su vida. Ellos iban fuera de la peregrinación organizada y tenían que valerse por sí mismos. En Lourdes tuvieron problemas con la lengua, que una joven residente, hija de españoles les solucionó. Pudieron comprar lo que quisieron y encontrar lugar donde pernoctar.

Pero, no sólo tuvieron este ángel de la guarda. Más tarde en el tren se les apareció otro en figura de monja andariega, camino también de Roma. Esta monja dominaba el francés y otras lenguas y les fue arreglando todo el papeleo al tener que tomar el billete de tren y sobre todo al cruzar la frontera italiana.

Ya en Roma, todo fue vida y dulzura: la gran ceremonia, la comida de hermandad, los discursos de los claretianos, la conferencia de José Mª Pemán con asistencia de la esposa de Franco, la compra de los recuerdos. Por cierto, aquí ocurrió un pequeño incidente, su Superior no les dio permiso ni dinero para comprarlos. Fue el P. Provincial quien terció y les dio el dinero y el permiso, en contra del parecer del Superior. Y decía Pablo: "Y encima que le habíamos pagado nosotros el viaje..."

También tuvo eco en Salvatierra este gran evento claretiano. Se tuvo un solemne triduo en la parroquia de S. Juan participando el pueblo con gran entusiasmo.

Y termina el H. Gerardo Santos: "En la división de la provincia, en julio de 1950, el P. Toribio se llevó a los HH. Pío Sanabria y Pablo Pastor para puestos que él quería reforzar. Siempre lo encontré con un espíritu animado, amante de la Congregación y de su vocación de Hermano, entregado y cumplidor en los cargos encomendados.

Espero que el Señor le haya premiado por su fidelidad al don recibido y por lo mucho que trabajó por los demás y por las vocaciones de Hermanos durante sus años de Prefecto en Aranda."

4.- ARANDA DE DUERO (1950-68)

Con la división de la provincia en el año 1950 el H. Pablo pasó a la comunidad de Aranda de Duero.

El marco arandino donde va a vivir el H. Pastor va a sufrir una serie de cambios muy importantes. Se convertirá en sede del Gobierno Provincial durante los años de 1950-53, siendo Provincial el P. Toribio Pérez. Dejará de ser Colegio de 2ª Enseñanza y se convertirá en Postulantado (1950-1968). Comenzará a funcionar el Prepostulantado de Hermanos (1950-1961). Y, finalmente, por lo menos durante un año, será Colegio Filosofado (1952-53). Todo esto, sin dejar de ser Colegio de Primaria.

Podremos dividir esta etapa en varios apartados: Su comunidad, Enfermero, Sastre, Portero y calefactor, Encargado de los Postulantes Hermanos, y Miembro de una Subcomisión sobre Hermanos Coadjutores preparatoria del Capítulo General de 1967.

Su comunidad

Además de los miembros del gobierno provincial: M.R.P. Toribio Pérez y PP. Fidel Martínez y Eutiquiano García, tuvo como Superiores a los PP: Benigno Arroyo, Matías Luengos, Ángel Corral, Francisco Javier Leyún y Francisco Bravo. Como Ministros, a los PP. Constantino López, Mariano Alcalde, Cruz Ripa, Isidro Sanabria y Teodomiro Díez.

En este período fueron Prefectos de Postulantes los PP. Venancio Sanabria, Severiano Rodríguez, Isidro Sanabria, Eustaquio Martín, Daniel Garrido, Ángel del Molino, Santiago Barroso y Emilio Fernández. Y Directores del Colegio de Primaria, los PP. Julián Gil y Julián Canto.

Otros miembros de la comunidad fueron los PP. Alberto Barrios, Pedro Hernández, José Andrés Mielgo, Luciano Biaín, Siro Sanz y Miguel Romero. De entre los Hermanos compañeros de trabajo del H. Pablo tenemos a Nicolás Martín, Eusebio Girón, Emilio Ordóñez, Elías Lorenzo, Pedro Zuloaga, Pedro de Blas, Benito Iglesias, Santos Díaz, Pedro Muñoz, Matías Prieto, Manuel Pampillón, Santos Matellán, Florencio Blanco, Pío Sanabria, Juan Muñoz, Benjamín Archilla, Basilio García, Mariano Martín, Basilio López y Santiago Farrán.

Enfermo y Enfermero

Una de las tareas que llevó en Aranda y que recordaba con frecuencia era la de ser enfermero. Solía mentar al Doctor D. Bernardo Costales, médico por aquellos entonces de la comunidad. Le admiró y le quiso. Su estampa de hombre tranquilo, siempre con el puro en la boca, con un excelente ojo clínico y su mucha experiencia, lo tenía profundamente grabado en su recuerdo. Era toda una institución en Aranda. Muy popular, lo mismo recitaba poesías que hacía autopsias, veía los toros desde la barrera que atendía a los heridos en la enfermería de la plaza. A él acudían payos y gitanos. Era amable, cordial, campechano y nunca tenía prisa. Testigo, como él decía, de un milagro, y de un castigo de Dios.

Fue providencial para el H. Pablo toparse con D. Bernardo. Vino del Noviciado bastante tocado del estómago, con un montón de medicinas y casi sin poder probar bocado. Lo primero que le hizo el médico fue quitarle tanta medicina que le estaban intoxicando y darle un consejo: "Vd. debe comer todo lo que pueda y le siente bien, de lo contrario se va". Así lo hizo el Hermano y, poco a poco, aquel estómago fue admitiendo la comida y el Hermano restableciéndose. Es cierto que sufrió durante toda su vida de males de estómago, pero, también es cierto que supo controlarlos.

Otro de los males que padeció por aquellos entonces fue una terrible ciática. De todo ello salió. Después, tenía mucho cuidado de los lumbagos y solía usar ordinariamente alcohol de romero.

Vistos los buenos resultados de los consejos de D. Bernardo, sus decisiones sobre los enfermos, tanto niños como mayores, eran palabra de Dios.

En esos años pasaron muchas cosas en el Colegio: gripes, tifus, apendicitis, enfermos crónicos, moribundos, etc... Todo se fue sorteando, guiado por la mano experta del Doctor. A veces, había que ir a Burgos a los especialistas. No importaba, allí estaba el H. Pablo a disposición del enfermo. De inolvidable recuerdo era la clínica del Carmen de la Médica Burgalesa a donde acudía. Allí siempre eran bien tratados, tanto los enfermos como el acompañante.

De entre sus enfermos ilustres quiero recordar a los PP. José Bosch, Anastasio Rojas, Fernando García, Dimas Gómez, Prudencio García, Julián Illera y los Hermanos Nicolás Martín y Domingo Vara. El Hermano Pablo nos deleitaba contándonos anécdotas de su tiempo de enfermero.

A través de sus palabras conocimos al P. Prudencio, su voz, su estancia en París y la oferta que le hicieron para cantar, pero él permaneció fiel a su vocación, hasta su bendita muerte; al P. Fernando y su carácter fuerte e impulsivo, que intentó dominar, pero, mu-chas veces le traicionaba (una vez, llorando, le pidió perdón al Hermano Pablo); al bendito Hermano Nicolás como al P. Bosch, tradición viva de la casa de Aranda de Duero, en la que ambos habían vivido luengos años.

Se conserva algún libro de medicina que le regalaron los médicos.

Sastre

Durante estos años tuvo que encargarse de la Sastrería. No sólo había que atender a la numerosa comunidad de Padres y Hermanos, sino también atender a los ciento y pico postulantes. Cierto que no estaba solo sino que era ayudado por los Hermanos Postulantes. Los lunes era el día de la gran colada. Después, sobre todo en invierno, ¿cómo conseguir que se secara todo aquel montón de ropa, para luego comenzar la ardua tarea del zurcir, coser, planchar, doblar y preparar todas las mudas para el sábado? Y así, a la semana siguiente. Y eso, en verano y en invierno, cuando, muchas veces, se quedaba helada como una tabla. Todavía conservaba los últimos años una de las lavadoras, a la que tenía mucho cariño y decía que era mejor que las nuevas.

Además del lavado de ropa hacía sotanas, dulletas, manteos, etc... No se contentó con su larga práctica en la confección de toda clase de ropa, sino que fue a Barcelona, a una prestigiosa academia, para conseguir un Diploma. Todavía lo podemos ver colgado en la sastrería de la casa. Dice así: "Academia de Corte para Caballero ROCOSA. Diploma que ha merecido D. PABLO PASTOR MEDINA con la calificación de SOBRESALIENTE en los exámenes celebrados el día 30 de septiembre de 1960 en mi Academia de Corte teórico-práctico. Barcelona, 30 de septiembre de 1960. Fdo: Emilio Olomí."

Cuando estaba el postulantado mayor, todos los novicios eran vestidos por el H. Pablo. Y no sólo hacía trabajos para la Comunidad, sino que los curas de la redonda solían hacerse sus prendas talares en la Sastrería del convento de los Misioneros.

Portero y Calefactor

La portería arandina era bastante frecuentada por todo género de personas, máxime siendo Colegio Postulantado y de Primera Enseñanza. Allí estaba el H. Pablo atendiendo a todos.

Se pone aquí lo de calefactor, porque, y no sé cómo, le cayó también esta tarea encima y él la llevó lo mejor que pudo y supo hasta su muerte.

Por entonces se hicieron clásicos los hornos que el bendito H. Anacleto Rodríguez fue construyendo a lo largo y ancho de la provincia. Eran, eso sí, muy sencillos y muy económicos, pero pobre del encargado de alimentarlos.

La técnica de los mismos era simple. Constaban de tres pisos. Se alimentaban por la parte superior, separada de las otras dos por sendas rejillas. Al ir quemándose el carbón, iba descendiendo de una a otra, hasta llegar a la última. De esta manera el quemado era completo. Solía usar carbón en polvo. El horno calentaba una corriente de aire que salía a la Iglesia o a los pasillos de la casa por una bocas.

Hasta aquí todo perfecto. Pero, también daba sus problemas. ¿Cuáles? Uno, cuando hacía mucho viento, entonces dificultaba la corriente de aire, haciendo el efecto contrario. Y dos, cuando había que hacer el vaciado del horno inferior y sacar las cenizas del sótano; cada vez que había que hacer esta operación salía uno hecho un verdadero carbonero; se creaba una nube tal de hollín que aquello era irrespirable.

Menos mal que cuando cogió el trabajo el H. Pablo se le ocurrió, o alguien le sugirió, la conveniencia de usar una mascarilla. Así lo hizo. Desde ese día el trabajo era más llevadero, aunque uno saliera completamente "negro" y algo "quemado" de la sala de la calefacción.

Formador de Hermanos Coadjutores

En 1950 se abre en Aranda de Duero un Prepostulantado para Hermanos. El encargado va a ser el P. Eutiquiano García y sería ayudado por el H. Pablo Pastor. De hecho, será el Hermano quien lleve toda la tarea de formación. Serían once años muy intensos. No sólo estaría al frente del Prepostulantado sino también del postnoviciado.

Sobre este tiempo nos cuenta el H. Justo Martos lo siguiente: "Los Hermanos que pa-samos por dicho postulantado fuimos 106. De los cuales quedamos seis en la provincia, uno en León, uno en Italia, uno en Perú y dos en el cielo...

"El Hermano Pablo fue nuestro formador directo en todos los aspectos: espirituales, culturales y manuales. A todos nos atendía con afecto y cariño extraordinarios, pendiente en todo momento de todo aquello que nos ocurría. Siempre tenía un buen consejo para solucionar aquello que nos pasaba en aquellos momentos.

"Cada vez que entraba un hermano postulante nuevo, el H. Pastor tenía una buena costumbre: el primer paseo que teníamos nos presentaba ante la Virgen de las Viñas y ante ella se oraba y se cantaba la Salve.

"En el postulantado había una llave, que el Hº Pablo entregaba al último que entraba, con este cometido: rogar al Señor que mandara pronto otra nueva vocación...

"El H. Pablo te enseñaba el oficio de sastre a la máxima perfección. Gozaba, hasta externamente, cuando terminaba una prenda talar. Cuando tenía marcadas estas en el mostrador, antes de cortarlas, siempre se hacía la señal de la cruz. Si alguien le preguntábamos por qué lo hacía, nos decía: «esto que voy a hacer es muy serio». Comprendíamos la trascendencia y valor que daba a no equivocarse.

"En lo espiritual era celoso y amante de todo. En nuestra capilla teníamos todos los actos: misas, actos eucarísticos, meditaciones, rosarios, oficio parvo de la Virgen los domingos y, al final del día, nuestros puntos de meditación...

"Siempre se le veía recogido y lleno de alegría por sus cantos y su buena voz...

"El H. Pablo era de gran valía para todo y para todos. Sus cualidades eran abundantes: humano, tratable, hacendoso, muy limpio y siempre elegante dentro de la sencillez.

"Todos los Hermanos que pasaron por sus manos, todos, guardan gratísimos recuerdos de él, tanto los que siguen en la Congregación como los que se salieron. Actualmente le recuerdan con afecto y gratitud.

"Nos dio grandes muestras, de palabra y de obra, de su estima y aprecio a la vocación y su amor a la Congregación, que luego, a lo largo de los años, hemos podido constatar. Su vida fue sacrificada, callada y sencilla."

Hasta aquí la cita del H. Martos. ¿Qué pensaba el H. Pablo Pastor de la figura del Hermano Coadjutor?

El H. Pablo tenía una idea clara de lo que ha sido el Hermano Coadjutor en la Congregación y de lo que debiera ser en el futuro. Reconocía aquellas vicisitudes por las que había pasado la figura del Hermano en el período anterior, aquella sensación de miembro de segunda clase en el Instituto. Deseaba que el Hermano fuera promovido a puestos de mayor responsabilidad. Todo aquello en lo que el Hermano estuviera preparado, que lo lleve. Y si no estaba preparado, que se le formara. Sabía que el tema era delicado y no quería herir a nadie, pero en algunas cosas no estaba de acuerdo, tanto con unos como con otros. No veía bien que el Sacerdote tuviera que dedicarse a las funciones de servicio, dejando el ministerio, habiendo Hermanos que las pudieran llevar.

El H. Pastor no tenía miedo al trabajo. Aprendió en el santo noviciado que la laboriosidad es una de las virtudes del misionero. No le importaba si los demás hacían o no hacían. Nunca tuvo complejo de hacer lo que hacía. Quería servir, servir al hermano. A veces, estaba tan ocupado, que hasta en los recreos y después de la cena estaba haciendo algo. Mas bien que pedir se le exonerara de algo, sentía que se lo quitaran, pensando que aún podía hacerlo. Así ocurrió cuando le quitaron parte de la tarea de la sastrería o de la limpieza de la casa. Quería morir con las botas puestas. Para él, el Hermano era la madre en la Congregación. Citaba a beneméritos hermanos que fueron ejemplo de vida religiosa y misionera.

Miembro de una comisión precapitular del Capítulo General

Del 21 de marzo al 2 de abril de 1967 asiste en Roma a la preparación del Capítulo General. Se integra en la subcomisión de los Hermanos Coadjutores. Pertenecen a ella los PP. José Pugví, José Mª Ciller, Demetrio Barriuso y los HH. Pascual Hernando, Pablo Pastor y Ramón Perramón. Prepararon el documento que, sobre los Hermanos debatiría el Capítulo General de 1967. El Hermano Pablo conservaba entre sus papeles dicho documento.

5.- COLMENAR VIEJO (1968-1970)

En 1968 el H. Pablo Pastor es destinado al Seminario-Filosofado de Colmenar Viejo para ayudar el Ecónomo de la comunidad y hacerse cargo de la Sastrería. Pasado poco más de un año, le veremos de nuevo en Aranda de Duero. Este destino a Colmenar es, por lo tanto, un período de transición. Los religiosos comienzan a vestir de seglar y causan algunos problemas para el sastre. También hay algo de picaresca estudiantil, quienes hacen desaparecer ciertas prendas que ya no les gusta usar o están pasadas de moda.

Su comunidad en Colmenar

Es Superior de la comunidad, el P. Ángel Sanz, y Ecónomo, el P. Antonio Vaquero, al que le ayuda como Auxiliar el H. Pablo. Eran Prefectos de estudiantes los PP. Asterio Niño y Luis Gonzalo Mateo. Otros miembros de la comunidad eran los PP. José Mª Larrea, Manuel Mayo, Eloy Mata, etc... Entre los Hermanos compañeros suyos estaban los HH. Jesús Hernández, Pablo Pérez, Paulino Aceña, Manuel Rivas, Justo Martos, Victoriano Macho, Ramón García, etc...

Capitular del Capitulo Provincial de Castilla en 1968

Se transcribe el escrito del P. Luis Gutiérrez, entonces Superior Provincial de Castilla: "En conformidad con lo dispuesto en nuestros Decretos Capitulares (RG. 34. d y 35 ; HH. n. 16) sobre la asistencia de los Hermanos Coadjutores al Capítulo Provincial de asuntos, llamados por el Gobierno Provincial, ha sido Vd. designado, en consejo del día cuatro de diciembre, para asistir al capítulo de nuestra provincia en calidad de vocal del mismo y que se celebrará a partir del día 20 de este mes en nuestro Filosofado de Colmenar Viejo. Lo que pongo en su conocimiento a todos los efectos derivados de dicho nombramiento. Madrid 6 de diciembre de 1968." (Fdo: Luis Gutiérrez, Sup. Provincial. Francisco González Pro Secretario)

Y así lo hizo. Formó parte de la comisión de Hermanos integrada por el H. Matías Prieto, como Presidente, el H. Pablo Pastor, como Ponente, y el P. Luis Vicente Martín, como Secretario.

El día 23, a las cuatro de la tarde, le toca a la Comisión de Hermanos exponer su trabajo. Dice Información de la Provincia de Castilla de enero 1969 en su página 11: "Comienza a leer su ponencia el H. Pablo Pastor. Ponencia bien ordenada y sentida. En ella se parte del hecho lamentable de la escasez de nuestros Hermanos Coadjutores, y se busca una integración más plena de los mismos en la vida y obras de la Congregación. Estudia la formación de nuestros Hermanos ya profesos, en lo religioso y en lo profesional, y el modo de fomentar y seleccionar las vocaciones para Hermanos. Queda bien dibujada la figura del Hermano, bien formado, consciente de su misión sobrenatural, convertido en un verdadero cooperador de las obras de la Congregación. En las conclusiones se urge a los Superiores que se provea de medios de formación a los actuales Hermanos, que se cree un centro de formación para los aspirantes, que la comisión mixta actúe en todo lo referente a estos asuntos y que se designe un Hermano bien preparado, como procurador de vocaciones. Grandes aplausos rubricaron la lectura de esta bien estudiada ponencia, a la que no se presentó corrección alguna, aunque hubo 15 intervenciones sobre la misma, a las que respondió con gran soltura el Ponente".

Más escueta es la reseña del libro de Actas que dice así :"Octava sesión capitular. (Día 23, 4 de la tarde). Reunidos en el aula los 47 Capitulares, después del rezo del Padrenuestro, se dio lectura al Acta de la sesión anterior, que quedó aprobada. Seguidamente se concedió la palabra al H. Pablo Pastor, Ponente de la Comisión de HERMANOS, quien expuso la Ponencia correspondiente. En el diálogo establecido en torno a la misma intervinieron los siguientes Capitulares: H. Prieto, M.R.P. Vicepresidente, Rdmo. P. Presidente y los PP. Severiano Rodríguez, Julio Vivas, Eladio Tejedor, Luis Chasco, Juan Cruz Cereceda, Alfonso Mateo, Luis Gonzalo Mateo, Cruz Ripa y Mariano Martínez.

No habiéndose presentado ningún modo a la ponencia, ésta quedó aprobada en su totalidad por votación unánime a mano alzada."

"También el P. Provincial merece nuestro agradecimiento por la atención que ha tenido en nombrar un Hermano más para que acudiese al Capítulo. Ello ha sido una deferencia para con nosotros que ha causado gratísima impresión, y que agradecemos vivamente."

Al poco tiempo, el entonces Superior Provincial le propone volver a Aranda de Duero como encargado de la Iglesia, entre otras cosas. El Hermano Pablo accede gustoso.

6. ENFERMEDAD Y MUERTE

Aunque la recta final ocurrió todo en un mes, no obstante, se iba fraguando poco a poco el desenlace. Aquel mal de estómago que tuvo años atrás, estuvo latente durante toda su vida. Sabía él que por las noches no podía cenar cosas fuertes, de lo contrario le venían unos ardores que tenía que paliar con pastillas como "digestinas" o Almax. También tenía que tener cuidado de los lumbagos y darse con frecuencia alcohol de romero. Para los catarros y gripes, él mismo se medicaba y hasta se ponía inyecciones a sí mismo. Aunque prácticamente no guardó cama en todo el tiempo que yo le he conocido, ni un solo día.

Hace varios años comenzaron a aparecer las goteras de la edad. Le vinieron mareos, debidos a la mala circulación en la cabeza. Para ello tenía que tomar unas gotas que le favorecían el riego sanguíneo. También le oí que la próstata le hacía de las suyas y tenía cierta dificultad en orinar. No le dio mucha importancia. Sí tomaba frecuentemente pastillas para suavizar la garganta. Procuraba alimentos que le hicieran más fácil la digestión y de esa manera luchar contra el estreñimiento.

Se resistía a todo recorte de horario de trabajo. Le parecía que todavía podía, que todavía no era viejo, aunque escuchaba todos los sábados la emisión sobre tercera edad que emite una emisora. Sufría cuando veía que a él o a otros los iban poco a poco separando de tareas que creía poder hacer.

Los tres últimos años eran más frecuentes los olvidos. También veíamos que su columna se iba torciendo y escorando hacia la derecha. Muchas veces se daba cuenta e intentaba enderezarse, pero la naturaleza era más fuerte y cada vez se le notaba más. Los surcos de la edad cada vez estaban más marcados en su cara.

* Ultimo viaje al pueblo

Al fin llegó el temido y aún no esperado desenlace. Fue a su pueblo como todos los años a las fiestas de la patrona de su pueblo, la Virgen de Grijasalbas. Lo preparó con mucho esmero. Algo presentía, porque me había dicho a mi que le había prometido al Sagrado Corazón que, si llegaba al año siguiente, le haría la novena en el pueblo con toda solemnidad. Pero Dios tenía dispuesto otra cosa.

Ya en el pueblo su organismo no funcionó como debía, tuvo vómitos, tuvo estreñimiento. No quiso alarmar a la familia. Pasó unos días con fiebre y tuvo que guardar cama. Cuando volvió a casa, aquello no se había arreglado. Siguió con los vómitos y aparecía más decaído. No hubo otra alternativa que avisar al médico que aconsejó fuera ingresado y auscultado lo mejor posible en el hospital.

* En el hospital

Lo que en un principio se creyó que sería cosa de días, se complicó. Mediante una endoscopia se pudo comprobar que su estómago estaba muy mal. No solamente tenía una úlcera sino varias, que presentaban un cariz bastante preocupante. Le hicieron unas bioxias para saber y determinar si aquello era maligno. Y mientras se hacían los análisis se pensó en serio en intervenirle quirúrgicamente. Pasaron varios días hasta operarle. Abrieron y comprobaron que la cosa estaba todavía peor de lo que habían sospechado, que tenía cáncer y que tenía una gran metástasis por el organismo, desde el estómago hasta el vientre y próstata. No había remedio humano alguno. Trataron de alargar un poco aquella vida herida de muerte, pero todo fue inútil, aquel estómago se negó rotundamente a admitir ningún alimento. Para colmo de males, el penúltimo día tuvo un encharcamiento de pulmones y una subida muy grande de fiebre. Aquello pronosticaba el final inminenete. No obstante el H. Pastor nunca perdió el conocimiento y siempre estuvo lúcido. Se iba dando cuenta que aquello no tenía remedio y así lo decía: "Los médicos han hecho todo lo que estaba de su parte, esto se acaba". Antes de operarse se había reconciliado con el que era su confesor ordinario y, días después, hacía esta confidencia: "Me he puesto en manos de Dios, yo ya he limpiado el alma, que los doctores limpien el cuerpo. Ya le he dicho Dios que se haga su voluntad".

Uno de esos días, ante el cariz que tomaba la enfermedad se le administró la Unción de los Enfermos.

Dos horas más tarde, estando en su compañía el Superior de la comunidad, el P. José María Lillo, el H. Pablo Pastor entregó su alma a Dios. Eran las cinco y media de la tarde del domingo 4 de octubre.

Durante la enfermedad fue atendido en el Hospital de Aranda de Duero, acompañado en todo tiempo por miembros de la Comunidad y familiares suyos que ayudaron en los turnos. Tampoco faltaron los hermanos y sobrinos del pueblo, que lo visitaron, por lo menos, dos veces. Descanse en paz.

* Funeral

Al día siguiente fue el funeral. Nunca se ha visto la iglesia tan repleta de gente. La gente quiso expresarle con aquella emotiva despedida su aprecio y su cariño hacia él. Tampoco he visto un presbiterio tan lleno. El cronista de la casa dice que fuimos 55 los celebrantes. En medio de la iglesia, junto al presbiterio, estaban sus restos mortales, adornados con una preciosa corona. Sobre el féretro, alguien puso la sobrepelliz que solía usar en el ejercicio de los Ministerios. Durante el funeral me acordé de aquellas palabras de la Virgen: "Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes..."

* Adiós

Adiós, H. Pablo, adiós. Has dejado un hueco muy grande en la casa, difícil de llenar. Está vacío tu puesto en la capilla, en primera fila, tu puesto en el comedor, tu puesto en la tele, en la sastrería, en la iglesia. Ya no oímos tus historias, ya no nos despiertan tus máquinas de lavar los lunes por la mañana, ya no se escucha el rezo diario del Rosario de tus labios, ya no traes las cartas y haces los encargos, ya... Adiós, hermano de comunidad. Adiós hermano que compartiste el mismo ideal religioso que nosotros y fuiste cooperador en el ministerio. Adiós, siervo bueno, fiel y prudente, entra en el gozo de tu Señor.

7. CÓMO ERA EL H. PABLO

Para poder llevar a cabo todas las tareas que hacía, tenía que ser, por necesidad, una persona organizada, metódica, trabajadora. Le gustaban las cosas limpias, bonitas, perfectas, y luego recibir una palabra de elogio y parabién.

Era feliz entre los suyos, tener a todos contentos y felices. Era detallista. Recibía y daba regalos que guardaba con cariño. Conocía a todos sus sobrinos y resobrinos y hablaba con ellos y de ellos, conservando las fotos de sus bodas, primeras comuniones, bautizos, etc. Seguía, preocupado, las enfermedades de los suyos, especialmente los últimos años, charlando con ellos por teléfono larga y frecuentemente.

Su pueblo, Villafrades de Campos, era especial. El campo, el paisaje, la fiesta, la procesión. Todo era particularmente entrañable para él. Era distinto, diferente, único. Su Virgen querida de Grijasalbas, su Salve, los bailarines, las peñas, la sana alegría del pueblo, el fervor y la devoción. No podía faltar a la cita todos los años. Dirigía la Novena, predicaba, ayudaba al sacerdote, se deshacía en procurar que todo saliera a la perfección.

Era cordial, comunicativo, atento, llevaba en una libreta los teléfonos de todos. Rendía meticulosamente cuentas de la iglesia y daba razón de ellas al ecónomo todos los meses. Era decido, emprendedor. El contacto con los demás le había vuelto prudente, bastante buen conocedor de las personas.

Su otra familia era la religiosa. El comportamiento era parecido. Atento con todos. Servicial con todos. Detallista con todos. Era de los que si sabía que preferías tal cosa te la ponía o te la buscaba o te la guardaba. Los domingos y fiestas solía poner unos floreros adornando la mesa del comedor.

La gente con la que se relacionaba en la calle, en la portería y en la sacristía era tratada con la máxima delicadeza y hasta diplomacia, lo que no quiere decir que cuando tenía que ponerse en su sitio no lo hiciera, sin ningún miedo a decirle a la persona interesada todo lo que creía debía decirle.

Le gustaban las flores, los pájaros, la música, la limpieza, el orden, la estética, la perfección. No le gustaba que en los momentos más comprometidos vinieran a distraerlo con impertinencias.

Su habitación estaba decorada con todos sus recuerdos. Además tenía macetas, una estantería con las medicinas, etc... En su porte era siempre elegante, fino, pulcro sin exageraciones. Tapaba su calva de una manera un tanto peculiar.

Era personal e independiente en sus criterios, forjados durante años. Vivía de lo aprendido en el noviciado y lo visto en religiosos serios y observantes. Ante los cambios habidos en la Iglesia y en la Congregación él guardó una postura tradicional sin ser beligerante. Tenía pocas ideas pero muy claras de lo que debía hacer. Ha sido fiel a sus primeros principios. Había observado el vaivén de los acontecimientos y la fluctuación habida durante estos últimos años en muchas conductas. Sistemas, métodos y puntos de vista han ido pasando en un constante devenir. Los valores nuevos han arrumbado gustos, sistemas y formas anteriores. Ello le ha reforzado más en sus criterios y formas.

Era devoto con las devociones que recibió. Su piedad se desarrollaba en la iglesia. Era miembro activo de y en la piedad popular. Algunos ratos los pasaba en la capilla haciendo sus devociones que no eran otras que rezar las preces antiguas. Estas, procuraba rezarlas, si estaba solo, en alto.

Algo que vivió con gran intensidad y fuerza es el amor a la Congregación, el amor a la vocación. No importaban las cosas ocurridas o con las que no estaba de acuerdo. El Corazón de María, el P. Fundador, la fiesta de la Fundación de la Congregación en el Carmen, los Beatos Mártires eran algo para él entrañable.

No le gustaba viajar, no le gustaba el cotilleo y el chismorreo con los huéspedes, tan frecuente entre algunos religiosos. Los superiores eran para él la última palabra, le gustara o no.

Así era el H. Pablo Pastor Medina. Con una recia personalidad religiosa, y a ella fue fiel hasta el final. Descanse en paz.

8. ALGUNOS TESTIMONIOS

"Le mando estas líneas, que espero resulten muy aleccionadoras para los lectores, principalmente para ese grupo en declive, de Religiosos Hermanos, en tiempos que viste muy poco en consagrados a Dios.

Creo que Vd. habrá vivido la grandeza de un alma que tenía esta manera de vida como vocación personal -sin querer cambiarla por la de Padre-. Yo no dudaría en hacerle Sacerdote. Para mí fue un modelo de lo que tienen que hacer los laicos actualmente en la Iglesia Postconciliar".

Teódulo Caudrillero, Párroco de Villafrades de Campos (Valladolid)

"Quiero sumarme a vuestra pérdida comunitaria, pérdida que a todos nos afecta, a mí de un modo particular por haber compartido con él seis años inolvidables".

Vicente Sanz Tobes, cmf. Provincial de Castilla

"Me acaban de entregar la comunicación del fallecimiento del H. Pablo Pastor y me apresuro a expresaros mi más sentida condolencia. Que el Señor y el Corazón de María premien a su siervo bueno y fiel, al piadoso y celoso Misionero Hermano que fue siempre Pablo.

Tan amante como fue de su vocación de Misioneros Hijo del Corazón de María y tan devoto como fue de nuestra Santísima Madre, seguramente que Ella le habrá presentado al eterno Padre para que le premie con la paz que disfrutan los que han vivido desde la fe, la esperanza y la caridad.

Me uno a la celebración de la Eucaristía en la que daréis gracias por su vida y trabajo misionero, por su amor a la Congregación, por su interés por las vocaciones y por la solicitud en acompañarlas en su formación. Uno mis sentimientos de dolor y de esperanza con cuantos apreciábamos al H. Pablo por su infatigable entrega a cualquiera que lo necesitase. Su memoria quedará entre cuantos le conocimos como un estímulo para ser un poco mejores. Sólo nos queda pedir al Señor que envíe a la Congregación muchos Misioneros Hermanos como el H. Pablo".