Nació en Villafrades el día 9 de noviembre de 1874. Murió en Bac-Ninh (Vietnam) el 14 de octubre de 1931. Quizá por aquello de que nadie es profeta en su tierra, resulta desconocido este ilustre personaje en su pueblo natal, y mucho más aún lo resulta su obra. De apariencia agradable, con su original traje eclesiástico y una barba con mucha clase que define la personalidad bondadosa y educada del ilustre monseñor, es tal como lo vemos en un antiguo retrato que se ha conservado en la sacristía. La enciclopedia Espasa - Calpe, en uno de sus apéndices, recoge su biografía hasta el año 1930, un año antes de su fallecimiento, haciendo un extenso resumen de su vida y obras. Su historial brillantísimo le coloca al lado de los grandes apóstoles que dio al mundo la Madre Patria. Desde su infancia asimiló la educación cristiana que recibió de sus piadosos padres. Dotado de un talento y gran despejo natural se distinguió desde niño en el estudio, llegando a los primeros puestos en la escuela y consiguiendo señalados premios de aplicación y buena conducta.
Desde niño fue muy aficionado a la iglesia y era para él una delicia ayudar a misa y tomar parte en el culto litúrgico. Estudió Latín y Humanidades en el vecino pueblo de Villarramiel. Llamado por Dios al estado religioso, abandona su pueblo natal cuando contaba catorce años de edad, ingresando en la Orden de Predicadores en el celebérrimo convento de Ocaña donde el 8 de diciembre de 1889 es ordenado sacerdote en el Colegio de Santo Tomás de Avila donde cursó estudios de Teología y Derecho Canónico. En los años sucesivos cursó con notable aprovechamiento sus estudios de la carrera eclesiástica; y terminados éstos partió del puerto de Barcelona para el Oriente el 17 de junio de 1899, llegando a Hong-Kong el 21 de julio siguiente. Aquí recibió el nombramiento de Misionero Apostólico y la asignación para el Tonkín septentrional, donde llegó en agosto del mismo año. En el dilatado campo de operaciones que le cupo en suerte misional, se distinguió por su talento, sin economizar para ello penalidades y sacrificios, logrando numerosas conquistas entre los gentiles, que atraídos por su bondad, abandonaban los ídolos de la gentilidad e ingresaban en el cristianismo.
Los quince primeros años de apostolados los pasó trabajando en distintos distritos, adonde acuden toda clase de negocios y consultas. En este periodo fue un baluarte importantísimo para Monseñor Maximino Velasco, siendo su secretario y teólogo. También durante estos años acometió la difícil tarea de la edificación de la iglesia de Phu - Lang - Thuong, la más hermosa del vicariato septentrional . El 10 de agosto de 1915 la Santa Sede le nombra Obispo titular de Abdera y auxiliar con derecho de sucesión al anciano vicario de Tunkín septentrional, Sr. Velasco, cuya consagración se celebró en Bác-Ninh el 16 de enero de 1916 de manos del veterano prelado. A finales de este mismo año, y en representación de la comunidad de Tunkín, fue por primera vez a Manila y tomó parte en las solemnes fiestas con que la esclarecida provincia del Smo. Rosario de Filipinas celebró en la capital del archipiélago.
Asistió al Sínodo de Ke-So y al Concilio regional de Tonkín, como teólogo del ilustrísimo Velasco, encargándosele la realización de un catálogo de las principales supersticiones de la región, realizándolo posteriormente y causando admiración entre los obispos franceses y españoles.
El 14 de octubre de 1924 asumió el gobierno del vicariato, ya pesar de su juventud, lo dirigió con un tacto exquisito. La atmósfera de encumbramiento no enrareció el ambiente del entusiasmo apostólico que siempre había dilatado su corazón, sino que continuó, aún abrillantó su historial, debiéndosele la creación de un nuevo vicariato, fundó cinco nuevos distritos, instituyó en todo su vicariato la obra de la propagación de la fe y promovió los estudios de seminarios y colegios. Conviene resaltar su profunda humildad, pues más de una vez fue sorprendido recosiendo o zurciendo sus propios vestidos siendo ya obispo. A medida que pasaban los años creció en él el desvelo y amor por sus misioneros, de los que no consintió jamás en separarse, ni aún para reponer su quebrantada salud y desoyendo el consejo de voces amigas que le sugieren la idea de un viaje de descanso a su tierra natal, cuyo hermoso clima castellano le hubiera sido beneficioso y hubiera atajado seguramente los progresos de la penosa enfermedad que minaba su salud y que le llevó al sepulcro cuando solo tenía 56 años de edad.
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Su muerte ocurrió el día 14 de octubre de 1931; para ella estuvo siempre preparado, la esperaba hacía tiempo y la vio venir con serenidad. Fortalecido para tan recio trance con los sacramentos de la iglesia, que él mismo pidió repetidas veces, entregó su alma a Dios conservando el uso de sus facultades mentales hasta momentos antes de expirar y dejándonos incontables ejemplos de virtud que imitar, según escribe un misionero, en cuyos brazos expiró el Sr. Gordaliza.
A sus exequias asistieron no sólo los cristianos de su vicariato que le querían como aun padre, sino una inmensa muchedumbre venida de los vicariatos vecinos; padres misioneros y obispos. Realzando la ceremonia la presencia de las autoridades francesas y anamitas de la capital y la representación del señor residente superior de Tunkín. A estos funerales asistió, muy afectado por este fallecimiento, el abnegado compañero de fatigas periodísticas y gran amigo desde la infancia P. Pablo Buenaventura Gordaliza, primo y paisano de Teodoro.
En su pueblo natal también se celebraron el día 25 de noviembre solemnes funerales. Monseñor Gordaliza se había captado el amor y la estimación de todos los que le conocían por su espíritu de sacrificio, sencillez, humildad, pobreza y abnegación; cuentan de él que en cierta ocasión emprendió a pie un viaje tan largo, a fin de liberar del cautiverio a una familia cristiana, que se le cayeron las uñas de los dedos de los pies. Entre sus obras destaca la edificación de la magnifica iglesia de Phu-Lang- Thuong que fue la única de todo el distrito que quedó en pie tras la guerra franco-vietnamita, pero tan deteriorada que tuvo que ser reconstruida totalmente.
También fruto de su trabajo fue la organización de escuelas parroquiales y muchos artículos y escritos misionales, en colaboración con Buenaventura Gordaliza, en la prensa francesa, cuyo idioma y otros más conocía a la perfección. No menos importantes son sus publicaciones literarias, entre las que destaca la traducción al anamita del "Nuevo Codex Canónico", como colección de cuatro volúmenes en 8.0 (500 páginas), impresos en Bac-Ninh en 1930. Era ésta una necesidad sentida por todos los misioneros, pero ninguno se atrevía a acometerla por el grande esfuerzo y preparación que exigía. Bastó que en una reunión de los señores obispos de Tunkín, después de detenido examen, se le encomendara al Sr. Gordaliza como único que pudiera llevarla a feliz término, obedeciendo humildemente sin reparar en dificultades ni trabajos a pesar de que su salud estaba ya muy quebrantada.
Sus primeros trabajos literarios, realizados son: "Los males que causa el opio" y "La pagoda de los inmortales". En 1913 publica en Ke-Lo el "Tratado de las supersticiones más comunes del Tunkín" y completa este amplio trabajo literario varias cartas y relaciones en el "Correo Siro-anamita" entre 1899 y 1915.
PARTIDA
DE BAUTISMO DE TEODORO GORDALIZA
Teodoro
Gordaliza Sánchez. Hijo de Froilán y María
Antonia, a 12 de noviembre de 1874. En la
villa de Villafrades de Campos, obispado
de León, a doce de noviembre de mil ochocientos
setenta y cuatro. Yo el infrásito cura párroco
de la misma bauticé solemnemente a un niño
que nació el día nueve del presente mes
a las once y media de la noche; es hijo
legítimo y de legítimo matrimonio de Froilán
Gordaliza y de María Antonia Sánchez, naturales
de esta villa; nieto por línea paterna de
Severiano Gordaliza Ramos, natural de esta
villa, y de Manuela Alonso Jordán, natural
que fue de Villalón, y vecinos de esta Villafrades;
y por la materna de Francisco Sánchez Herrero
y de Manuela Lanero Mencía, naturales ésta
de Boadilla y aquél de esta villa, de donde
fueron vecinos; fueron sus padrinos José
Gordaliza, natural y vecino de esta villa,
y Cipriana Ramos, soltera de esta misma
naturaleza, tíos carnales del bautizado,
a quienes advertí el parentesco espiritual
y demás obligaciones que contrajeron, siendo
testigos Severiano Gordaliza y Ambrosio
Ramos, de la expresada naturaleza. y para
que conste lo firmo y echa utsupra. Andrés
Rodríguez. Párroco.
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